martes, 17 de julio de 2007
Do más pecado había
Tampoco es tan caro, me digo al pagar un dineral. Esos tres cuartos de hora con cuatro manos (contando con las dos, más dulces, de la auxiliar) dentro de una boca, la mía, a punto de descoyuntarse, han supuesto de paso una lección inolvidable. El dentista no ha parado de hablar, en un alucinante soliloquio con preguntas (metafísicas algunas de ellas) dirigidas a mí que él mismo se contestaba, como si tal cosa. Yo hubiese intervenido de buena gana, como es natural: para discrepar mayormente, para reafirmar a veces o incluso para ilustrar el argumento con alguna anécdota mundana o cierta cita culturalista. Con la lengua acolchada [acorchada, quise decir, pero se me adormiló la ídem] por la anestesia, repaso lo innecesario y lo imprudente y lo inútil que era lo que hubiese proferido de no ser por los veinte dedos y el instrumental. Para un empaste puede que sea caro; pero para un empaste y una clase práctica del difícil arte de callarse a tiempo, está bastante bien de precio, hay que reconocerlo.
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4 comentarios:
Mi dentista siempre habla cuando está en faena, como recreándose. Y también pregunta, con una miaja de malicia. ¡Proemaaa!
Yo el viernes también estuve en el dentista. Pero cuando habló de la alcaldesa "escupí" los tubitos esos que te enchufan para decirle que no la soporto. Está visto que soy novicio en el arte de callarse. Retratas muy bien esas escenas odontológicas, en las que uno se ve privado de la capacidad parlatoria y se limita a escuchar al dentista y a verle los ojos.
En la película de "Nemo", que habré visto cien o doscientas veces por mor de mis hijos, el "malo-malísimo", que rapta al pececillo de marras y lo mete cruelmente en un acuario -el muy sádico-, es...un dentista!!!. Me parece que el director de la película ha pretendido freudianamente saldar cuentas con su pasado infantil, cuando la peor pesadilla consistía en verte postrado en el sillón del dentista, bisturí en ristre, absolutamente a sus expensas.
Lo que cuentas en la entrada de hoy es verídico. Lo peor es que, además, cuando pretendes contestar o simplemente apostillar a sus comentarios (metafísicos, políticos o simplemente meteorológicos), para no quedarte en un simple movimiento de cabeza, te dice: "No, si no hace falta que hables...". Y claro, si te ensalza a Zapatero, o hace loas a la "Educación para la ciudadanía" es muy duro.
Ejem, no tocarme las palmas que me conozco, y con eso de nombrar al Excmo Sr. Presidente del Gobierno, y una asignatura obligatoria, el colmillo me hace agua.
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