jueves, 23 de octubre de 2008
Un muerto y un vivo
Ayer, entre unas llamadas y otras (a favor y en contra), pude leer poco, pero menos da una piedra. Flipe [sic] Benítez Reyes me sorprendió con un juego de manos en El ocaso y el oriente, concretamente en el artículo titulado “Un problema de salud pública”, do dice: “lo fugitivo sólo permanece y dura en un famoso verso de Quevedo, pero en ninguna otra parte se produce ese raro y paradójico fenómeno de permanencia y durabilidad de lo fugitivo”. Uno, a bote pronto, iba a replicar que esa misma colección de artículos de prensa, que yo cuento entre lo mejor de Flipe, es una prueba en contra. Pero no me va a hacer falta recurrir al picotazo del escorpión (i. e., a rebatir a un escritor con sus propios escritos), porque un poco más tarde me dio tiempo a leer un artículo de Julio Camba que viene al pelo. Está en Maneras de ser español (con perdón) y se titula “Un muerto y un vivo”. Se habla allí de la muerte del Sr. Muro. ¿Lo conocen ustedes al Sr. Muro? ¿No, verdad?, a no ser que me hayan precedido en la lectura de este libro de Camba, tan recomendable. Pues bien, ese señor Muro, que sólo se conoce ahora por un artículo (“la frivolidad de estas notas” precisa textualmente su autor), era el jefe de la minoría republicana en el Parlamento en 1907 y fue llorado con mucho sentimiento y solemnidad por el Sr. Dato, por el Sr. Rahola, por el Sr. Barrio y Mier, por el Sr. Francos (con perdón) Rodríguez, por el Sr. Maura y por el Sr. Azcárate, la mayoría de los cuales señores sólo conocemos a su vez por la misma frivolidad fugaz, que dura y permanece, del texto de Camba. "¡Pues no será tan frívolo!", protestarán ustedes y quizá alguno hasta me llame para decírmelo de viva voz. Sí, sí lo es. Sin solución de continuidad se pone a hablar allí mismo de un tal Sr. Espresati, amigo de lo ajeno. Y remata Camba: “el Sr. Espresati es todo lo contrario del Sr. Muro; no de lo que fue el Sr. Muro, sino de lo que es actualmente. El Sr. Muro es un muerto, y el Sr. Espresati es un vivo”. Ea.
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7 comentarios:
Qué bueno Enrique! Vuelvo a encontrarte despues de 10 o 12 años, yo qué se, porque mis hijos traen del cole la revista Mision.De ahí he pasado a leerte aquí en el blog un poquito, los hijos y el trabajo no dejan tiempo para mucho más… Estupendo verte tan bien, tan Sansón. Volveré a encontrarte en Mision. Que no te doy nombre, no te vas a acordar, qué más da, yo sí me acuerdo porque ya por aquel entonces eras alguien. Ya hablabas de Leonor, aunque creo que estabas todavia luchando por conquistarla…Y por cierto, yo REMETO a los niños todas las noches, igual que hacía mi madre.......
Me alegro mucho de este reencuentro, aunque sea a medias, porque a mí no me das ni la oportunidad de acordarme, que seguro que me acordaba. En todo caso, te agradezco muchísimo la alegría que me regalas y los ánimos. Qué suerte tienen tus niños.
Vaya, empiezan a aparecer por tu blog aquellas que salían ya hace tiempo en tus poemas, esas con las que (no) te encontrabas cuando iban paseando con sus hijos.
Por cierto que a los que vivmos en Valladolid no nos resulta extraño el sr. Muro, que dio nombre a la calle Muro (como tanto del XIX, sólo perviven como nombres de calles).
Ya que haces alusión a Felipe Benitez Reyes, me permito recomendar un artículo suyo titulado Acuarela de Cádiz y publicado en el último número de la revista Mercurio (gratuita y accesible a traves de la red). Bellísima foto fija de la ciudad.
Hola, Enrique:
Intento mandarte un e-mail, pero no tengo tu dirección y desde aquí no sé si se puede (igual sí, qué cateta). Ando leyendo tu blog desde que "dialogaste" con A. Espada, da gusto.
Acabo de ver una cosa que me ha parecido curiosa en otro blog, y te la quería pasar: http://jamillan.com/librosybitios/blog/2008/10/texto-telescpico.htm
Un abrazo,
Paula F.B.
Hola Paula; qué alegría verte por aquí y saber que me visitas, silenciosa. Te haré llegar mi e-mail, pero he colgado tu entrada porque me ha parecido muy interesante el enlace al que nos mandas. Profesionalmente muy provechoso para mí, además, que tengo que alargar y acortar milimétricamente mis artículos para que tengan los caracteres exigidos. Me he reido y me ha servido, ¿qué más se puede pedir?
Qué bien, Enrique, me alegro de que te haya gustado (a mí me hizo mucha gracia). Recibido e-mail de mi padre, thanks. Seguiré leyéndote por aquí. Paula
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