Quizá suene vanidoso, pero correré el riesgo. Me encuentro a la hermana mayor, que era la guapa, de una vieja amiga a la que ahora veo sólo de higos a brevas. Me cuenta que su hijo adolescente fue la otra noche a su primer guateque y que eso provocó una animada tertulia en casa de los abuelos. Mi amiga le preguntó si se bailaba música lenta o agarrada, y el sobrino no tenía ni idea ni de qué era aquello. Ella le dijo que qué tontos, que no sabían lo que se perdían, pobrecillos, que era lo mejor, pero lo mejor, mejor... Mi informante y madre del adolescente intervino, divertida: "Pero bailar juntos era más de mi época, ¿no? Tú cogerías sólo los últimos coletazos". "En realidad –confesó mi amiga– bailé sólo dos veces: una con Quique Máiquez y otra con otro [aquí su hermana –no mi amiga– había olvidado el nombre]". Yo, que no recordaba aquel baile en concreto, aunque fueron bastantes los últimos coletazos, todo hay que decirlo, tuve que disimular un nudo en la garganta. No sólo por la pía caridad del recuerdo, sino sobre todo por el entusiasmo idealizado de mi amiga, que ni el otro ni yo nos merecíamos, seguro. A Enriquito, por si vuelve a ponerse de moda, tengo que insistirle que siempre hay que invitar bailar a todas las amigas. Mi madre me preguntaba luego minuciosamente si lo había hecho.
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2 comentarios:
Me dio alegría encontrar a tu madre al fondo de esta entrada. Hoy me la he vuelto a encontrar en esta entrada que me llevó a un poema de Montale ('Falsetto'), que me recordó el tuyo de tu madre saltando desde el trampolín pero parada.
Sobre el Ricorditi di me, bonita alusión a partir del minuto 73.
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=674
José Luis
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