lunes, 3 de octubre de 2011

Dos de mi padre


Mi padre se enfada.- 
Los lectores de mi blog y los de mis artículos me riñen a veces. Y lo dejan dicho en los comentarios, con cierta brusquedad alguna vez. La prosa no está perfectamente escrita, o pedía un desarrollo más largo, o una reflexión más ponderada, anotan. Mi padre lee esas quejas, monta en cólera y me llama para preguntarme de qué va esa tío. Yo le digo que es normal y, bien mirado, bueno que me riñan si no les convenzo o o no les encanta lo que escribo, que el tiempo de cada lector es muy valioso y su atención es una atención conmigo y ni lo uno ni la otra se le pueden devolver. Si el texto no tiene un gran interés, el lector se siente estafados. Si exigen, es porque dan (muchas gracias) y, aún más halagador, porque esperan. 

Padre no hay más que uno.-
Que sea mi padre el que se indigne cuando critican mi sintaxis quizá no le haya llamado a ustedes la atención, pero a mí me conmueve. Mi madre era mi mentora literaria, y mi padre veía las escrituras de su primogénito con cierta distancia, sin ningún desdén, desde luego, pero sin gran forofismo, por supuesto. Le preocupaba más mi nómina que ni numen. Sin embargo, tras la muerte de mi madre, ha recogido el testigo y con esa profesionalidad y dedicación que invirtió durante toda su vida en la alta dirección de empresas. Tanto vigor contra mis críticos, tanto interés en comprender racionalmente el mundillo literario, tanto plan para racionalizar mi agenda y para optimizar mis recursos a mí más que nada me enternecen. 

5 comentarios:

Miriam dijo...

Exclusivamente para el padre de Enrique

Que a mi me gustan mucho sus escritos pero como no sé que añadir y no quiero reiterarme en alabanzas, no sea que se lo crea, casi no comento.
Imagino que eso les pasa a muchos.

Pasa como con las cucaracha (no igual, pero parecido. Por cada crítica vista hay un montón de elogios no escritos.

Mora Fandos dijo...

No sueltes a ese manager, Enrique, que no hay más que uno.

Anónimo dijo...

Es habitual, iba a decir normal, que los buenos escritores no se van libres de críticas negativas. Parece que sin ellas la república literaria perdería atractivo.
La cuestión es cómo se debe reaccionar ante ellas. Pues en algún caso el obedecer a una indicación externa digamos que no ha favorecido el texto inicial. Aunque sin ninguna autoridad, aconsejo transformar la crítica en autocrítica; y a partir de ésta, corregirse o reafirmarse.
Creo, sin embargo, que lo más interesante de esta entrada es la forma de corresponder, con la ternura, al desvelo del padre, que no es sino una manifestación del instinto de protección.
Jilguero.

Anónimo dijo...

Tuve el honor y el placer de disfrutar de la sabiduría de tu padre, hace algunos, pocos, annos a bordo del que entonces era mi barco. Agradécele sus desvelos, claro. Y también, de mi parte, los que tuvo conmigo, y que no supe corresponder adecuadamente. Un caballero, tu padre. BB.

Cristina Brackelmanns dijo...

Es que ahora es padre y madre.
Las mujeres a las que les toca hacer de madre y padre -en la medida que pueden- se endurecen, los hombres a los que les toca hacer de padre y madre -en la medida que pueden- se enternecen, y enternecen.
Saludos para tu padre, fue un honor conocerlo en la presentación de "Con el tiempo" y lo recuerdo como un caballero impresionante, atentísimo y absolutamente amable y encantador. Que nos perdone si a veces nos creemos que estamos de tertulia en el bar y terciamos con poca fortuna.