He dicho mil veces (hasta la saciedad) que un lector para mí es cien mil si es el mejor, he recordado a Cernuda y su poema a su lector futuro y he perdido la paciencia con los autores quejumbrosos que publican y tienen su público: ·¿qué más quieren?·, clamaba, exasperado. Bien, pues llegó el momento de la verdad, el terrible momento de predicar con el ejemplo.
Y a falta de un lector, dos, no, espera, otro: ¡tres!. Tendría, si quiero cumplir mi palabra, que acabar ya mismo con mis pabilaciones, que cada dos días llamo a mi hermano Jaime para preguntarle si de verdad le gusta el libro, pobrecillo.
Y son tres lecturas no sólo generosas --vienen de amigos--, sino literarias y hondas. (Que vengan de amigos no les quita mérito, porque al final el buen lector acaba siéndolo, y el orden de los factores no altera el producto.) ¿Qué más puedo pedir? Nada, nada más.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
1 comentario:
El orden no altera el producto sólo si se trata de elementos de un grupo abeliano, ¡ojo!
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