Que varios pintores se pararan en ese encuentro (encontronazo) de Dante con su compatriota Filippo Argenti ya es una pista. Algo especial pasa ahí.
Dante se pinta perdiendo los nervios con un doble motivo: uno, subrayar, por contraste y por el aplauso de Virgilio, que en todo el resto de su viaje infernal va derramando piedad cristianamente entre los condenados; y, dos, aunque esa piedad la derrama en representación de Cristo, ahora quiere destacar su condición de cristiano, esto es, de alguien que queda muy por debajo de su modelo. Quiere, pues, que sospechemos que detrás de tanta inquina contra Filippo Argenti hay un motivo personal. Siembra el momento de pistas, no para explicarnos nada, pero sí para que lo sospechemos.
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