viernes, 21 de junio de 2013
Palma o pluma
De la misa en el Convento del Espíritu Santo, un placer menor —pero intenso— es dar los buenos días a este señor, eclipsado en su propia hornacina por san Judas, y sonreírme ante su imagen. No se sabe si porta una pequeña palma de martirio o una pluma inmensa. Y yo, naturalmente, me apunto a ambas cosas, e incluso a una tercera, ya epicúrea, que suplico: que mi mini-palma sea mi maxi-pluma.
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