viernes, 12 de julio de 2013

Ejem


Hasta hace poco me sorprendía un montón que los anuncios de las páginas web fuesen personalizados. A mí me publicitan libros y, encima, aciertan con mis intereses: Ramón Eder, Gómez Dávila, Wodehouse o Jiménez Lozano. Cuando acabo de pasmarme es cuando me ofrecen Un paso atrás o, incluso, Haz de luz. Y no lo considero error del mecanismo, sino sabiduría: no hay mejor comprador de los libros de uno que uno, entre regalos, detallitos, compromisos y correspondencias. Sin embargo, hay algo que me mosquea (en el sentido de inquietarme, no en el de enfadarme): entre esos libros de tantísimo interés, con perdón sea dicho, por la parte que me toca, se cuela una abundante literatura que llamaremos, por no decir otra cosa, erótica. Creo que no he dado motivos al buscador de Google para deducir que tengo un ansia especial en el asunto, y quizá la prueba es que dispara, despistado, en todas las direcciones y tendencias imaginables. Por un momento, sin embargo, me estremece pensar que su Ojo de Gran Hermano haya sido capaz de bajar a zonas de mi subconsciente ignotas para mí, y tiemblo. Luego pienso que el mercado es así y va por el mundo dando por supuestos los amplios márgenes —por no llamarlos de otro modo— de curiosidad de la naturaleza humana, y tiemblo más. 


5 comentarios:

Dolores dijo...

A mí solo me salen los libros que he buscado (para comprarlos, para reseñarlos). La publicidad erótica queda en las páginas de ver series on-line, y el Ununcuadio debe sonar a chico... Al final, uno se hace experto en el arte de ignorar lo que no interesa (o al menos esa es mi experiencia)

Noemí Infantes dijo...

Jajaja, no disimules Enrique! Seguro que te has leído de un tirón el de 50 sombras. : )

Anónimo dijo...

A mí me ocurrió una cosa que muestra, si hiciera falta, el cómo funciona semejante invento. Intercambié hace tiempo algunos correos con Alejandro Céspedes, a propósito de la publicación de una antología titulada "Andamios de humo". Y a partir de ahí recibí publicidad de andamios de los de verdad, que nada tienen que ver conmigo ni con mis intereses. Lo que cuentas del erotismo quizá tenga que ver (digo yo) con que hablas con alguna frecuencia del amor, aunque no precisamente en ese sentido. Pero me temo que ciertos matices, como se ve por mi ejemplo, están más allá de los alcances de Mr. Google.

Anónimo dijo...

¿"Aunque no precisamente en ese sentido"? ¿No le ve usted el erotismo a las cosas que escribe EGM, por ejemplo, de Leonor?

Anónimo dijo...

"Es ese sentido", amigo Anónimo, quiere decir en el sentido al que se refiere el propio EGM. Le cito: "literatura que llamaremos, por no decir otra cosa, erótica", "zonas de mi subconsciente ignotas para mí". Me parece obvio que no se refiere a ese sano y natural erotismo del que usted habla, sino a otro, digamos, más mercantilizado ("luego pienso que el mercado es así", dice el propio EGM).