viernes, 24 de octubre de 2014

Amistad & Chesterton


Mi amigo Nacho Jáuregui me advierte con periodicidad del poder encantatorio de la prosa de Chesterton, capaz de seducirte con cualquier idea, pero que a veces no supera un frío análisis al modo Arcadi España. Lo he recordado al leer la chestertoniana definición de amistad, precisamente: 
Un acuerdo bajo todos las discusiones; una relación que es tan espléndida como el amor, y que, a diferencia del amor, es libre, aunque la recorre una extraña tristeza, porque, a diferencia del amor, no tiene fruto. 
Es hermosa, en gran medida por esa pasión  adolescente que mantuvo siempre Chesterton por la amistad y que aquí trasluce. "Fuerte como el amor es la amistad" podría haber dicho. No termino  de estar de acuerdo del todo, sin embargo, con eso de la libertad de la amistad, sujeta a unas leyes inexorables también. Y no veo la extraña tristeza ni su falta de frutos. Esto lo escribió Gilbert en 1906, cuando todavía esperaba tener hijos con Frances, pues llevaban cinco años casados. Hay que ponerse en situación. Por eso, no vio que la amistad produce grandes frutos también: proyectos en común, planes, ayuda mutua, horas de una rara intensidad que trasciende el tiempo... Con todo, bajo todas estas puntillosas puntualizaciones late, por supuesto, un acuerdo: el acuerdo cósmico y sentimental e inexorable con el maestro, siempre fructífero. 

1 comentario:

Cavalcanti dijo...

De acuerdo con Chesterton. La amistad nos recuerda nuestra finitud, ¡qué extraña tristeza! El amor, en cambio, eterniza...