Estoy fuera de casa. La mañana no empezó bien:
Ahora llamo a Leonor para felicitarla come il faut. Pongo
voz de pena y de distancia y digo: “¡Qué envidia!” Leonor me cuenta: “Cuando
vuelva del trabajo, tengo que comer rápidamente para llevar a los niños a clase
de natación, y luego salir corriendo para llevarlos a una fiesta de cumpleaños…
¿Qué envidias, exactamente?” Reacciono rápido: “Estar con vosotros”. Se ríe,
muy conyugalmente. Una novia, tal vez, se emocionase, pero Leonor se
desternilla. Y sí que hay una imagen que se repite (en la realidad y en mi
memoria). Quique tirándose de cabeza (o de panza) con todas sus fuerzas desde
el bordillo de la piscina. Ese segundo en el aire risueño es impagable. ¡Haber
engendrado un hijo volador, un alma osada!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario