sábado, 15 de diciembre de 2018

Ratón Pérez


Iba a pasar dos días fuera y esta vez me acompañó Leonor. Todo muy bien, pues, hasta que nos enteramos de que a Quique, sin previo aviso, se le había caído un diente. Y nosotros de caravana...

Al día siguiente, nos contaron que el niño, como era de esperar, no había recibido ningún regalo. E iba diciendo entre dientes (entre los que le quedan): «A ver si va a ser verdad que el ratón Pérez son los padres, a ver si va a ser verdad...»

Leonor, angustiada, desde el AVE montó una compleja cadena de complicidades para que la noche siguiente apareciese un regalo. A partir de ahí pudimos disfrutar. Muchísimo, por cierto. Ya saldrán los próximos títulos del Premio Adonáis y lo veréis. 

Cuando hemos llegado, nos lo hemos encontrado en un estado de ánimo excelente, como el de su hermana. Y hemos hecho grandes aspavientos de sorpresa por su diente perdido y de naturalidad a la pura lógica de que el ratón Pérez viniese, aunque con retraso. Tiene todo una explicación, le hemos explicado, porque el diente, en realidad, no se le cayó, sino que se movía, y se lo arrancó. Le descuadró la agenda de trabajo al ratón Pérez, que había hecho sus cálculos.

A mí el ratón Pérez, en versión cartero, me había dejado hasta un elefante:



Venían dos christmas. El primero que recibo este año, de sir Roger Scruton, eh, para que no se diga, con un cuadro de sus manzanos:




Y el primero de su vida para Carmen, de su dentista, precisamente. Quique lo ha cogido y, acostumbrado al que hacemos nosotros con un villancico cada año, ha leído, muy escandalizado y casi gritando: «¿En serio, en serio que esto es todo lo que se les ocurre? ¿Esto: "La Clínica G. les desea una feliz Navidad y un próspero año nuevo"? ¿Y ya está?»






1 comentario:

torquiles dijo...

Pues mejor lo de la clínica que el anuncio de cocacola que veo en las paradas de autobús: "Comparte el espíritu de la navidad". Ahora va resultar que la Navidad es la cocacola. ¡no te joroba! Están locos estos romanos.