viernes, 12 de junio de 2020

Remordimiento



Os contaré una cosa si prometéis no usarla contra mi idea, esto es, en mi favor, o sea, para consolarme y explicarme que no, hombre, venga ya, anda, etc. He pasado unos días con una sensación muy honda de desperdicio existencial. Sé que no —se me está pasando—, pero quedamos en que no ibais a interrumpirme. Ha sido la percepción paralizante de tantos proyectos realizados a medias por esa falta de entrega que, en los momentos más optimistas, me parece una elegante sprezzatura o una flemática nonchalance o con una gaditana frivolidad de fondo estoico, pero que estos días veía sencillamente como una debilidad muy fuerte de mi carácter. No, no, esperad a la conclusión. Lo importante es que he visto claro que esa sensación será el sustrato, el combustible, digamos, del Purgatorio (sin meternos, Dios nos libre, en más honduras). Crea una quemazón tan fría, tan desagradable, tan ciega que más nos vale vivir de tal modo que no quede apenas en el depósito. El fracaso, comparado con ese remordimiento, es nada.


No hay comentarios: