sábado, 20 de mayo de 2006

Greguería vs. Haiku

¡Qué casualidad, si existe! Ayer conocí a Álvaro Villalobos, justo cuando ya estaba ultimando mi contestación a su pregunta sobre las relaciones entre el haiku y la greguería, que, a pesar de sus sendas brevedades, me ha dado un quehacer ciclópeo, que diría García Baena.

Para ser, a mi vez, breve, yo resumiría la cuestión diciendo que la greguería y el haiku son muy diferentes y que la confusión se produce, además de por su tamaño (o falta de), por una circunstancia histórica. Cuando el haiku desembarca en el español, la greguería está recién nacida. El contagio y la confusión eran inevitables como entre compañeros de colegio. Se pegaron las viruelas y se imitaron algunos gestos y juegos y temas y tonos. Pero han crecido, la vida les separó, como no podía ser de otro modo, porque una es prosa y el otro es verso, y ahora apenas se ven una vez al año, por la cena de antiguos alumnos: la greguería, un poco loca, divertida, con una risa que no oculta un fondo trágico; el haiku mucho más serio, íntimo, alegre sin alharacas. En los lejanos tiempos de su compañerismo, Tablada, como señaló Villalobos, escribió efectivamente algunos haikus que son talmente greguerías. Y el propio Ramón se lió un poco y dijo aquello tan desafortunado de que “el haikai es sólo rocío de greguería, seda de una oruga que se nutría como de hojas de morera de hojas de greguerías.”

En realidad, es al revés. En las greguerías de Gómez de la Serna hay de todo, como si fuese una maravillosa, inagotable y agotadora biblioteca liliputense: tratados morales (Si vais a la felicidad, llevad sombrilla), poemas de Miguel d’Ors (La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz), estudios de psicología (Lo malo del deseo es que vuelve sin avisar), llamadas al Carpe diem (La vida obliga a la prisa de vivir porque el pan enseguida se pone duro), observaciones sociológicas (Lo grave del solterón es que se va volviendo viudo), guiones de cine (Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido), novelones decimonónicos (Hay pupilas en las que quedó para siempre el punto de luz del candelabro de una fiesta), españoladas que todavía nos gustan mucho (Tenía la apretada cintura del clavel), folletines picantes (Ante las que llevan una pulsera en el tobillo, intriga cómo ha podido llegar hasta allí desde la muñeca), melodramas (¡Qué tragedia! Envejecían sus manos y no envejecían sus sortijas), comedias de Willy Wilder (El champaña muere en las copas como el borde de la ola en la playa) y hasta toda una novela de Conrad que debería encantarle a Mora-Fandos (Al agonizar el viejo marino pidió que le acercasen un espejo para ver el mar por última vez), también hay jueguecillos de palabras (Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac: por eso no era reloj), ciencias políticas (Un tumulto es un bulto que le sale a las multitudes), metafísica (Hazte una fotografía y si sales es que existes), chistes ingenuos (El colador está harto de pepitas), humor negro (La morcilla es una transfusión de sangre con cebolla), un ensayo de Sartre (Hay momentos en que las moscas hacen gestos de querer arrancarse la cabeza como desesperadas de ser moscas), ironías borgianas (A Víctor Hugo su esposa lo llamaba Víctor; su amante: Hugo), definiciones de Ambrose Bierce (La jota: dos que quieren ponerse banderillas), conversaciones de Oscar Wilde (-¿Por qué cuando vamos a pedir los gemelos de teatro al compañero de palco es cuando él se los lleva a los ojos? -Porque ha visto a la misma mujer), cuentos de P. G. Wodehouse (Golf: juego para ratones que se han vuelto ricos), documentales de Félix Rodríguez de la Fuente (Grajo: palabrota con alas), meditaciones sobre las postrimerías (Ya sé: sudario cuando es verano y mortaja cuando es invierno), sumas teológicas (¡Cómo serán los ojos de Dios que con uno ve el sol y con otro la luna!) y, lo mejor, lo más emocionante y verdadero, unas gotas del rocío de los haikus, que calman, cuando menos lo esperábamos, nuestra sed de poesía:

Chopo: el árbol de las mariposas verdes.

En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.

Las rosas rompen sus cartas de amor.

¡Qué pocas letras enseña el viento a la veleta!

Los solares están soñando altas ventanas.

La luna y la arena se aman con frenesí.

La vida es decirse ¡adiós! en un espejo.

24 comentarios:

Bukowski dijo...

(¡Soy "primen"!)

Interesantísimo post, Enrique. No había tenido -hasta ahora- la oportunidad de leer más de 15 o 20 greguerías sueltas, pero después de esto tengo la impresión de haber leído ya algunas de las mejores. Sin duda, la que más me gustó fue la última: "la vida es decirse ¡adiós! en un espejo". Tal vez sea que estoy leyendo demasiado a Rilke últimamente, y me está matando, o dando la vida.

¡A ver para cuándo una pequeña antología de haikais!

Saludos.

Bukowski dijo...

PD: Estoy trabajando en el artículo de Lost in Translation, probablemente lo tenga terminado a lo largo de esta tarde.

Enrique Baltanás dijo...

Perdona mi ignorancia pero ¿de quién son todas greguerías? ¿De Ramón? ¿tuyas? ¿de VV. AA.?

Anónimo dijo...

¡Jo!

Anónimo dijo...

Desafío a quien sea a que ponga un comentario más breve. ¿Vale como greguería?

Bukowski dijo...

Enrique, permíteme que asuma la figura del talibán ortográfico presente en todo blog que se precie:

No se escribe "corrigo" sino "corrijo". Aunque claro que ya lo sabías, pero no ha dejado de sorprenderme verlo.

Anónimo dijo...

Eddie, lo de "corrijo" ya se lo había dicho yo, sutilmente, con el ¡Jo!. Creí que alguno lo pillaría. Soy un incomprendido.

Anónimo dijo...

Ahí va mi jaicu, dedicado a Eddie:

"Lost in traslation":
"Tokio is living a celebration"

Nótese que está en español, aunque no lo parezca. Asímismo, en realidad se trata de una crítica cinematográfica y, al mismo tiempo, musical y, por qué no, televisiva.
Traducido significaría lo siguiente:
La película "Se perdió en la traducción" (entiéndase la mía como una traducción libre)es tan mala como la canción de Rosa que nos representó en Eurovisión, festival infausto al que parece ser que, afortunadamente, le quedan tres tristes trilediarios.
Y que nadie se engañe: Bill Murray no le decía nada al oído a Scarlett.Simplemente movía los labios por exigencias del guión, y lo hacía con el mismo tedio con el que aparecía en los anuncios televisivos a causa de los cuales, precisamente, había ido a Tokio.
Y lo del "guión", es una atención que tengo a Sofiíta Coppola porque me cae bien y porque de su padre me gustan mucho "Apocalipse Now" y "El padrino I-II-III".
Y me perdonas, Enrique, porque a lo mejor te he estropeado la lista de comentarios, pero es que, como diría Jeannette: "Yo, soy rebelde porque..."

E. G-Máiquez dijo...

Gracias a todos por las correcciones. A Enrique Baltanás por avisarme que no decía en ningún sitio que las greguerías eran de Gómez de la Serna. Y a Eddie y a Nadie por el ¡Jo! Ya sabéis que me llamo García-Máiquez y no Márquez para que todo el mundo me ponga el punto sobre la i.
Abrazos.

Adaldrida dijo...

Iba a decir que me gustan todas las greguerías, pero me parece poca cosa como comentario, así que digo gracias, porque me has reconciliado con don Ramón, que de suyo me caía mal por recordarme a ciertas poses chulescas de enfant terrible que aborrezco. Ah, pero de un enfant terrible puede brotar la belleza, otra vez a vueltas con Sabina...

Bukowski dijo...

Enrique, ya tienes por mi blog el comentario -extenso, me temo- a Lost in Translation.

Anónimo dijo...

¡Sopla, viento!
Yamahas del cielo son ahora las nubes,
no tengo aliento

E. G-Máiquez dijo...

Querido Nadie;
cuando nos contó que no le gusta la poesía, sobre todo después de que tampoco Martínez Mesanza, le creímos. No hace falta que nos lo demuestre más: las parodias poéticas son un género muy difícil, no se crea.
Abrazos.

Anónimo dijo...

¿Es eso un "déjalo, chaval, que esto no es lo tuyo", o un "¡oh, sorprendente talento el de este chico!? No quiero darte pena, pero de verdad que me he esforzado en el haiku este o como se llame.
:(

Anónimo dijo...

Por cierto, ¿qué hacemos levantados tan tarde?

E. G-Máiquez dijo...

Perdona, Nadie, creí que estabas, simplemente parodiando la poesía, y como me la tomo tan en serio te pegue un toque de atención, como la vieja que hace "pssch" a los turistas que se ríen en la penumbra de una catedral.
Ahora bien, si el intento iba en serio, te diré que ya como parodia me sorprendió lo que se podía salvar de tu haiku, porque la idea "japonizante" y moderna de las Yamahas está muy bien. Sobra la rima (que no debe ir en los haikus) y falta la métrica. Yo lo corregiría así:

¡Tremendo viento!
Por el cielo, yamahas,
las nubes pasan.

Enrique Baltanás dijo...

Día de viento:
aéreas yamahas
cruzan el cielo.

(Otra variante).

E. G-Máiquez dijo...

Nadie, mucho mejor la versión Baltanás. Más natural y misteriosa, sin perder la gracia de las Yamahas.

Anónimo dijo...

Perdonad mi analfahaikuismo, pero yo, por lo que había leído en esta entrada, pensé que las greguerías no rimaban y los haikus sí. Creí que esa era la única diferencia. Veo ahora, que me equivocaba. ¿Podríais decirme cuál es, realmente, la diferencia?
Enrique, en ningún momento parodiaba nada, el intento era serio.
Gracias a los dos por vuestras versiones y vuestra paciencia. Son, evidentemente, mucho mejores que la mía.

E. G-Máiquez dijo...

Haiku es un poema originariamente japonés, muy breve, normalmente basado en una imagen (el tuyo cumplía estos dos requisitos). En japonés nunca rima, pero en español puede, aunque yo aconsejo que no lo haga para que no se parezca demasiado a su prima ibérica, la seguidilla. Lo canónico es que el primer verso tenga cinco sílabas, el segundo siete y el tercero, cinco, aunque hay variantes. Como introducción básica, esto basta. Lo mejor, en esto como en todo, es dejarse de teorías, y leer buenos haikus. Como primer contacto, aconsejo "Jaikus inmortales" reocogido por Antonio Cabezas en la editorial Hiperión.

Anónimo dijo...

Igual el miércoles 31, día glorioso si se produce nuestra reunión, me quieres prestar el libro de Antonio Cabezas al tiempo que te devuelvo en de Martínez Mesanza. Y ya recordé el título del libro de Carl Sagan que te dije:"El mundo y sus demonios". Estoy seguro de que es un título que te encanta, y el libro es un auténtico tratado para diferenciar la ciencia de la pseudociencia y la superstición. Me encantaría prestartelo, aunque no te sientas obligado a aceptarlo.

Anónimo dijo...

He investigado un poco y en la página elrincondelhaiku.org he aprendido algunas cosillas. Como dice que suele tratar de la naturaleza y lo que perciben los sentidos, se me ha ocurrido uno al hilo de la última foto que acabo de colgar en mi bitácora, un plano más cercano de la de los Alpes que colgué ayer.
A ver qué os parece:

Caliza afilada,
cuchillo de piedra
cortando nata


(Este no lo he podido "japonizar")

Juan Ignacio dijo...

Mi voto (que en nada le da o quita belleza) es por este:

La vida obliga a la prisa de vivir porque el pan enseguida se pone duro

Menos influye mi voto en la verdad de la idea que trasluce la sentencia, la cual no es tanta (y no me refiero al pan que se pone duro sino a la prisa a la que obliga la vida).

Hay dos tipo de personas: las dos se dan cuenta de que la vida obliga a la prisa. La diferencia es que algunos gustan llamar a eso lo "real" (cuando lo que es, es lo "común"), y otros les discuten diciendo que eso no es lo "real" (porque no es la meta ambicionada y a veces tampoco es "como debería ser").

Me gusta ser de los segundos, aunque a veces me voy un poco del tema en entradas ajenas. Así que tomalo, Enrique, como un comentario personal que no es parte del diálogo que se está sosteniendo.

Y saludos.

E. G-Máiquez dijo...

Cuéntame, Juan Ignacio, también en esto entre los tuyos.