Quizá lo más peligroso de la paternidad sea esta poderosa querencia a entender que lo de nuestros hijos es lo mejor del mundo. A Carmen los Reyes Magos le han traído un set de relojes de calcamonía. Quedan muy elegantes. Véase un exquisito modelo en su muñeca:
Y también los comparte con su hermano. Le dio a Quique un reloj más masculino, como es lógico:
La madre les explicaba que tenían que tener cuidado en el baño, que se les borraría el tatoo si se lo frotaban mucho. Y entonces oí cómo Carmen decía claramente: "Yo quiero un tatuaje de los que no se quitan nunca". Hasta ese mismo instante yo había sido poco partidario de los tatuajes, lo reconozco, pero me sorprendí pensando: "Qué bien. Hasta qué hondo lleva mi hija el conservadurismo de su padre, no quiere que se borren ni los tatuajes".
¡Cuidado!, me avisé, cuando caí en la cuenta.
1 comentario:
Claro, el problema del conservador es conservar solo lo que merece la pena.
Por cierto que ayer vi esto de NGD en inglés, sobre el reaccionario, que me gustó: «It is not a restoration for which the reactionary yearns, but for a new miracle».
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