martes, 29 de diciembre de 2015

Platero y yo


Espero en el bar a un amigo y, mientras hago como que leo, escucho la conversación de la otra mesa. Hablan del riesgo de las heladas, tras este otoño tan templado. Luego una cosa lleva a la otra, y lamentan la muerte de una conocida. "¿Quién se hará ahora cargo del burro?", preguntan con un inusitado interés. La mañana es amarilla y dulce y yo estoy juanramoniano. Me enternece tanta ternura. "Todos los hermanos le tienen mucha ley al burro, pero el Carlos", dice uno, "siempre va con él". Noto algo raro cuando otro afirma que es cierto, que el Carlos lo lleva al médico... ¿Al médico, no al veterinario? Bien está la ternura, pero eso ya me parece excesivo. Caigo de golpe en que el burro es "El burro", un hermano con alguna deficiencia y, por lo que voy oyendo, con una proverbial capacidad de trabajo. Vencida la sorpresa, me invade otra ola de ternura, más pura esta vez.