lunes, 11 de diciembre de 2017

Cyrano retroactivo


La observación crítica más valiosa (la de las muertes) la pude hacer in situ a pesar de mis hijos y sus pataditas. La más pedante y discutible la hago ahora, sopesando la experiencia, con la espalda recta, tranquilo.

Mi tesis es que una adaptación cinematográfica es letal para una obra de teatro. Más allá de lo evidente, como los primeros planos, el tono de voz y los decorados naturales, más allá, está que el cine fija la obra. Si el teatro sigue a la película, suena a interpretación sobre interpretación y sobre interpretación otra. Demasiado y no llega. Si se quiere apartar, el público nota el esfuerzo y el gesto.

Lo fluido y libre, que es esencial en el teatro, se congela. Yo no le veo remedio.


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