viernes, 15 de diciembre de 2017

No hay d’Ors sin tres


Un amigo ve en internet  esto:





Y se acuerda de un poema mío del que la página de Wikipedia parece una ilustración.

ORSTODOXIA 

Primero, Eugenio. 
Don Álvaro después. 
Y ahora Miguel. 

No hay d’Ors sin tres.

Pero mi emoción va más honda. Don Álvaro habló de la suya como una estirpe intelectual de derechas y, por tanto, solitaria. Abandonada por la intelligentsia por ser de derechas y por las derechas por ser intelectual. Wikipedia suele poner entre las búsquedas asociadas a compañeros de generación o de trabajo, siempre a coetáneos o colegas. Con los d’Ors ha respetado la estirpe y la soledad y yo pido un aplauso muy fuerte para el algoritmo recóndito que haya tenido tan preclara idea en contra de sus hábitos.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece, la de Don Álvaro, una crítica mucho más dura de la que uno mismo, desde posiciones muy distintas de la suya, podría hacer. "Una estirpe abandonada por las derechas por ser intelectual". Yo, ya digo, difícilmente podría decir algo más duro de las derechas de este país. En realidad, lo que yo dijese sería mucho menos inclemente: no todo en la derecha, ni la de entonces ni la de ahora, es desierto, desde el punto de vista de la inteligencia. Pero sí lo es no poco (demasiado), y no ha desaparecido la pulsión irracional que llevó a Millán Astray a su tristemente famoso ¡Muera la inteligencia!

Lector atento dijo...

¿Está usted seguro de que "Orstodoxia" es un poema? Con esos juegos de palabras se pueden, como máximo, hacer aforismos - y no siempre buenos.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias, Anónimo. Yo suelo hacer críticas a la Derecha desde posiciones parecidas (salvando las distnacias) a las de don Álvaro y noto que no son entendidas ni por tirios ni por troyanos. Hoy me siento menos solo.

No estoy nada seguro de que sea un poema. Desde luego, no lo es por sus juegos de palabras que, en efecto, no justificarían tampoco un aforismo. Lo que vale de ese poema (¿?) muy juvenil es la identificación con una estirpe, el homenaje. El juego de palabras no es más que el pretexto. Si fuese el texto, uf. Gracias por darme pie a las explicaciones, que hacen falta.



Círculo Social Católico dijo...

La expresión exacta es "muera la inteligencia traidora". Se estaba refiriendo a la actitud ambigua de Unamuno, que primero apoyo el Alzamiento y unos meses después empezó con las pegas...

Anónimo dijo...

Pongo aquí un resumen de la versión más conocida de los hechos:

"Furioso, Millán gritó: "¡Muera la inteligencia!". En un intento de calmar los ánimos, el poeta José María Pemán exclamó: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!". Unamuno no se amilanó y concluyó: "¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España".

Ahora, el incidente tal como se relata en la página web de la Legión (como allí se aclara, se recoge el relato de José María Garate Córdoba, de su libro "Los intelectuales y la milicia". Véase aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_G%C3%A1rate_C%C3%B3rdoba):

"El insulto a su gloriosa mutilación provocó el "¡Muera la inteligencia!" de Millan Astray, escandaloso en un templo de ella, grito que Pemán, presente allí también, aclaró diciendo que fue: "¡Mueran los intelectuales!, ¡los falsos intelectuales, traidores!". Pero el general supo lo que decía, porque el término "inteligencia" había adquirido un carácter restrictivo y sectario desde que Unamuno lo hipotecaba para uso exclusivo suyo y los de su línea, rebelde a todo, los inteleztuales que rendían a la Inteligenzia un culto casi idolátrico.(...) a cada paso salían de sus artículos y discursos tales invocaciones a la supremacía de la Inteligencia con mayúscula, y tan reiterativa y empalagosa deificación de ella, que bastarían para hacernos pensar que Millán-Astray gritó realmente "¡muera la inteligencia!" y no "¡mueran los intelectuales!", como Pemán rectificaba. Así lo dije por intuición y más tarde leí que el general lo había confirmado en carta a Antonio Paso".

Cada uno puede interpretar lo que desee; pero los hechos, relatados aquí digamos que por una y otra parte, son los que son.