miércoles, 20 de diciembre de 2017
Ironía sofoclea retroactiva
Releyendo Emma, se tiene el sabor constante de una ironía sofoclea finísima. Sabe lo que va a pasar que no saben los personajes pero que está ahí latente, entre las líneas y el sonido de la voz y en leves gestos.
Jane Austen puso todos esos indicios como pistas, jugando con la inteligencia de los lectores y con la verdad de la historia. Pero el tiempo, el conocimiento y las relecturas, que han ascendido la novela a la categoría de clásico, le han dado ese cariz sofocleo, que le sienta de maravilla.
La piedra de toque de la literatura es el mármol clásico. Ver si aguantan la relectura, por supuesto, pero, más allá, ver si ganan nuevas dimensiones con ella, más gracia, más hondura.
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