miércoles, 29 de julio de 2020

Emocionante


Bien pensado, enternece que mi mujer no se resigne de una vez a que yo envejezca, engorde o descuide mi aliño indumentario. Ella todavía me ve posibilidades ir hecho un figurín y un pollo pera. A mí. Para que luego duden ustedes de la existencia de la gracia sacramental del matrimonio.


4 comentarios:

Baltasar G.M. dijo...

A propósito de matrimonios, otro poema para tu antología de la poesía conyugal:


DEDICATORIA

A mi esposa

Cuando en mis venas férvidas ardía
la fiera juventud, en mis canciones
el tormentoso afán de las pasiones
con dolorosas lágrimas vertía.

Hoy a ti las dedico, esposa mía,
cuando el amor más libre de ilusiones
inflama nuestros puros corazones
y sereno y de paz me luce el día.

Así perdido en turbulentos mares
mísero navegante al cielo implora,
cuando le aqueja la tormenta grave;

y del naufragio libre, en los altares
consagra fiel a la Deidad que adora
las húmedas reliquias de su nave.

José María Heredia

(Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2010. Edición digital a partir de Miami (Florida), Ediciones Universal, 1970)

Baltasar G.M. dijo...


Las "Poesías completas" de Heredia pueden descargarse gratuitamente en formato pdf en

el sitio de la Biblioteca Virtual Cervantes:

http://www.cervantesvirtual.com/obra/poesias-completas/

Baltasar G.M. dijo...

En ese libro de Heredia, buscando la palabra "esposa", he visto que hay otro poema dedicado a ella:


A MI ESPOSA EN SUS DÍAS

¡Oh! Cuán puro y sereno
despunta el Sol en el dichoso día
que te miró nacer, ¡Esposa mía!
Heme de amor y de ventura lleno.

Puerto de las borrascas de mi vida,
objeto de mi amor y mi tesoro,
con qué afectuosa devoción te adoro,
¡y te consagro mi alma enternecida!

Si la inquietud ansiosa me atormenta,
al mirarte recobro
gozo, serenidad, luz y ventura;
y en apacibles lazos
feliz olvido en tus amantes brazos
de mi poder funesto la amargura.

Tú eres mi ángel de consuelo
y tu celestial mirada
tiene en mi alma enajenada
inexplicable poder.
Como el iris en el cielo
la fiera tormenta calma
tus ojos bellos del alma
disipan el padecer.

Y ¿cómo no lo hicieran
cuando en sus rayos lánguidos respiran
inocencia y amor? Quieran los cielos
que tu día feliz siempre nos luzca
de ventura y de paz, y nunca turben
nuestra plácida unión los torpes celos.

Esposa la más fiel y más querida,
siempre nos amaremos,
y uno en otro apoyado, pasaremos
el áspero desierto de la vida.

Nos amaremos, esposa,
mientras nuestro pecho aliente :
pasará la edad ardiente,
sin que pase nuestro amor.
Y si el infortunio vuelve
con su copa de amargura,
respete tu frente pura,
y en mí cargue su furor.

(Noviembre de 1827)

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias. Mi idea es empezar la antología de JRJ para acá. O sea, la poesía hispanoamericana contemporánea, como hice con el padre. Aunque para el prólogo estos dos poemas me vienen de maravilla. Quiero explicar que la modernidad insufla una necesaria dosis de ironía en los poemas matrimoniales. Pensaba hacer ese argumento con el "A Casta" de Bécquer, pero éstos enriquecen muy bien y mejor el argumento.

Te agradezco muchísimo la atención en todos los sentidos de la palabra.