jueves, 12 de abril de 2007

Ida y vuelta

A los vinos de Jerez se los mareaba: cruzaban el Atlántico (nuestro Mare nostrum), y con el viaje venían mejores. El flamenco se enriqueció con los llamados cantes de ida y vuelta, que allá ganaron ritmos y sabores nuevos. Algo parecido me ha ocurrido con la poesía de Pedro Sevilla (1959). A Pedro, le he admirado desde mi más tierna adolescencia, pero ayer, leído en Sombra hecha de luz, la antología sobre poesía andaluza publicada en Méjico (ida), vi (vuelta) su categoría con una certeza tumbativa. Supongo que, además de lo de las Américas, algo habrá influido el contraste con sus inmediatos vecinos de selección: justo antes, García Montero (1957); justo después, Benítez Reyes (1960). Pero eso son suposiciones, lo indudable es esto:

.....................PARA JOSÉ MATEOS

Una imagen antigua, de mi infancia,
me acompaña por siempre, como emblema
de la amistad: mi abuelo, en una Feria
de San Miguel, borracho y abrazado a otro viejo,
llora feliz, se ríe y pide otra media botella.
Con los abrazos, con la borrachera,
tienen los ternos sucios y las gorras torcidas,
las botas embarradas por la lluvia
primera de septiembre.

Esta imagen, José, no es nada edificante,
pero siempre que pienso
en este sentimiento que nos une,
distinto de las tristes
miserias del amor y sus crueldades,
recreo en mi memoria aquellos viejos
aturdidos de vino y de alegría
--hay charcos de agua azul
en el barro pisado por las bestias--:
la amistad es dos hombres
que vuelven de la feria, o de la vida
(que vuelven de la feria que es la vida),
hermanados, riéndose, llorando,
con los brazos al hombro y con los ternos sucios.


[Y algo me dice que este poema no va a gustarle nada a la Ministra de Sanidad. Que beba agua.]

14 comentarios:

Corina Dávalos dijo...

¡Precioso poema! Lo de los ternos, no sé si estaba en uso en la España de entonces, o si, como tú dices, es efecto de la vuelta.

Anónimo dijo...

Por favor, cuéntanos en otra entrada por qué no te gustan García Montero o Benítez Reyes... Ardo en deseos de conocer tu opinión.

Bukowski dijo...

No mezclemos a la Ministra de Sanidad con la buena poesía, que eso es mancillar lo puro.

@Verónica: la respuesta es fácil (sobre todo en el caso de García Montero) y está en la calidad de su poesía.

Adaldrida dijo...

Muy buen poema, pero más con esa presentación tuya...

Jesús Beades dijo...

Lo de los ternos entusiasma a Fernando do Vale, ya para siempre símbolo de nuestra achispada amistad, al caer el duro día. Pero aquí sólo usan ese término la gente de campo, Reina Anacó.

Anónimo dijo...

Pues depende, a mí el poema también me trae recuerdos muy vivos, de mi abuelo paterno, que sufrió mucho por el vino (aparte la crueldad de la gente en los pueblos) y malgastó la fortuna de la familia por borracho.

Sus hijos (entre ellos mi padre) no pudieron estudiar por eso, y además se esfumaron las casas, el comercio de ultramarinos, la farmacia la colección de sellos. Se perdió todo, se malvendió. Y la culpa fue del vino y las borracheras.

En fin, a cada uno la misma imagen le trae recuerdos diferentes.

Anónimo dijo...

Por lo demás, yo también admiro a Pedro Sevilla desde hace años. Y él que sabe tanto de Julio Mariscal, sabrá comprender el sufrimiento que borrachos y homosexuales tuvieron que soportar en la España de la posguerra...

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias, Emilio, por poner todas las cartas sobre la mesa. Y cierto: las imágenes, como decía Jünger son poliédricas y su lectura se enriquece con la perspectiva desde las que las miremos.

Sobre García Montero y Benítez Reyes no hay mucho que contar, Verónica: el contraste.

Anónimo dijo...

En la poesía española actual, Pedro todavía está como de ida (a la altura, si, de méxico): ya volverá, pues su poesía lo merece.
A mi me recuerda P.Sevilla en algunas cosas a Abel Feu: sus dejes broncos, a lo Cesar Vallejo.

La borracheras, los borrachos... tiene un dramatismo épico que, sentidos de verdad, tienen una enorme fuerza expresiva.

E. G-Máiquez dijo...

Cuánta razón en todo lo que apuntas, anónimo.

Yo lo de ida y vuelta no lo decía por adornarme sino porque, precisamente, he caído en lo mucho que Pedro tiene de (o con) Vallejo, los epigramas de Cardenal, la poesía de Montejo...

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy poderosa la imagen de los "charcos de agua azul
en el barro pisado por las bestias".

En ella está contenido todo el poema.

E. G-Máiquez dijo...

Así es: los charcos son la imagen central..., y los ternos.

Adaldrida dijo...

No me peguéis, pero a mí no me acaba de gustar este poema. Ni Pedro Sevilla, pero es por mi culpa: suele pasar cuando sabes que algo es muy bueno pero no te llega. No tiene remedio.

Anónimo dijo...

El poema es una excepcional paráfrasis lírica de la famosa fase 3: Exaltación de la Amistad y el Parentesco (que algunos autores dividen en 3.1: Mutuas Gracias y Virtudes, y 3.2: Yo te quiero como a un Hermano), probablemente a punto de pasar a la etapa 4 o de los Cánticos Regionales.
El destreza del poeta hace que casi podamos sentir la boca acorchada, el aliento cargado y el dolor de cabeza de la inminente resaca...