viernes, 25 de enero de 2008

Bulería

Me cuenta otra vez lo mismo.
Como lo sé, exclamo "¡Oh!"
en los momentos precisos.

17 comentarios:

Carlos RM dijo...

¡Ohle!

Juan Antonio González Romano dijo...

Me contó la misma historia;
como yo ya era distinto
me pareció que era otra.

Anónimo dijo...

¡Qué bien mirado y con qué arte! Así no cabe la rutina ni la impaciencia. Gracias por el enfoque.

E. G-Máiquez dijo...

Yo gasto cierta ironía...
La de González Romano
es más buena que la mía.

Juan Antonio González Romano dijo...

Pare el carro, señor Máiquez,
que la suya es la primera
y va cargada de arte...

Anónimo dijo...

Siempre me cuenta lo mismo
pero yo la quiero tanto
que me parece distinto

Anónimo dijo...

Hay que tener cuidadito porque nunca es lo mismo lo mismo: una variación, un matiz, una morcillita, y el ¡oh! queda desacompasado.
Los que repiten -repetimos-, salvo casos más tristes y degenerativos (más todavía), normalmente tienen -tenemos- un problema con la famosa función fática -la de "hay contacto, transmisión OK"-, y es que tendemos a interpretar mal el silencio del interlocutor, nos parece que si no dice ni mu es porque anda en Babia y no ha escuchado.
Es posible, lo confieso, que sea por aquello del ladrón que cree que todos son de su condición, de su condición aficionada a Babia, pero qué os cuesta un simple "ajá", un claro claro, incluso un "no creas". ¿A que no exclamaste esos precisos "¡Oh!" a la primera?

E. G-Máiquez dijo...

"¡Glup!", eso es justo lo que digo,
que yo lo escribí con guasa
y usted con gracia lo ha escrito.

Juan Antonio González Romano dijo...

Me repetía su historia,
y yo "sí, oh, ah, bien, uf..."
y parecía otra cosa...

Juan Ignacio dijo...

Un gentleman.

Juan Manuel Macías dijo...

Me uno a CRM con ese "¡ohle!"

E. G-Máiquez dijo...

CB, no interpretes mal mi silencio, eh. Que yo siempre te escucho atenta, provechosamente.

Anónimo dijo...

Me cuentan otra vez lo mismo, pero curiosamente cada vez más despacio, o por lo menos a mí cada vez se me hace más lento y de repente ¡oh! ya se ha terminado.

Anónimo dijo...

Disculpa el comentario, Enrique, me salió la madre (de casualidad te libraste del capón).
Forma parte del síndrome de madre el no sentirse escuchada y repetir las cosas.
Esta misma mañana, en la panadería,
la señora que iba delante pide una baguette doradita y, según se vuelve la chica hacia los cestos, repite: "doradita, cariño, ¿me has oído?" Otra, me he dicho.
Lo siento.

E. G-Máiquez dijo...

Nada que disculpar, C. Justo lo contrario: no escribía yo la cosa para las repeticiones domésticas (Dios me libre, con lo que me gustan) sino para las ídem académicas o culturalistas. Que son las que exigen más "Ohs".

Corina Dávalos dijo...

Con esa última aclaración me gusta mucho más la bulería. ¡Qué razón lleva!

Néstor dijo...

¡Qué buen momento de rutina (de rutina de la buena) cuentas!