Con una
grave enfermedad degenerativa, la ELA, que le inmovilizó en la cama hasta la
muerte, el historiador Tony Judt fue escribiendo The Memory Chalet, bien traducido como El refugio de la memoria, durante sus noches de insomnio. En este libro, repaso a una vida
exitosa de intelectual izquierdista y cosmopolita, el intelectual ajusta las
cuentas a su generación, la del 68.
Tony Judt nació en Londres en 1948. A pesar de su
origen judío y su clase media-baja, estudió en Cambridge. Se considera, por
ello, un producto de la meritocracia que impusieron los gobiernos laboristas de
la posguerra y cuya ley era: "Dar a cada uno su oportunidad y luego
privilegiar a los que tenían talento".
Pocas veces se puede decir con más razón que su
universidad, y su college, el famoso
y heterodoxo King's, son su alma mater.
Judt es un genuino producto de Oxbridge (la conjunción que forman Oxford y
Cambridge, las celebérrimas universidades inglesas). Hay que partir de este
dato para entender el libro. Otro autor incurriría en la autoindulgencia y en
la queja por su enfermedad. No un inglés educado en Cambridge y jugador de
rugby. El tono del libro es optimista, con toques de humor y con una mirada que
quiere y sabe ser ligera e ingeniosa. La procesión va por dentro, como conoce
el lector, porque ya se le ha explicado en las primeras páginas.
Sin un lamento más, Judt recuerda su infancia y
juventud con ternura, un poco al modo de Natalia Ginzburg o Marisa Madieri,
aunque no con tanta gracia ni gusto por el detalle. Dedica más tiempo y más
reflexión al análisis del peso que su generación ha tenido en la deriva del
mundo actual. Y, como quien no quiere la cosa, va dejando caer un juicio
contundente. Confiesa: "Lo que legamos a nuestros sucesores era algo mucho
menos sustancial que lo que nosotros habíamos heredado".
En ese examen de conciencia colectivo defiende
ahora el derrumbado elitismo intelectual ("las universidades son elitistas"); las tradiciones
("las instituciones necesitan de tradiciones sustanciales y me temo que
King's —como Oxbridge en general— ha perdido contacto con las suyas");
entiende el actual florecimiento de los colegios privados como la consecuencia
lógica del erial en que el igualitarismo socialdemócrata ha convertido la
enseñanza pública; lamenta la pérdida generalizada de las habilidades retóricas
("la prosa de muy baja calidad de hoy es indicativa de inseguridad
intelectual; hablamos y escribimos mal porque no nos sentimos seguros de lo que
pensamos y nos resistimos a afirmarlo de un modo inequívoco") y abomina de
la pansexualidad contemporánea ("la sexualidad es tan deformante cuando
nos obsesionamos con ella como cuando la negamos"), entre muchas otras
críticas.
Es especialmente duro con el mayo del 68. Se
recrimina: "A pesar de nuestras grandilocuentes teorías sobre la historia,
no fuimos capaces de darnos cuenta entonces de que nos hallábamos ante uno de
sus momentos cruciales". Se refiere a Praga y a Varsovia, en los meses del
verano de 1968, no a París, donde estuvo, y que desdeña.
No hay, sin embargo, reproches a su vida personal.
Se muestra satisfecho de sus divorcios, de haber ayudado a abortar a un amigo o
de su agnosticismo. El gran historiador que fue Tony Judt ve claramente los
errores sociopolíticos de su generación, y es más indulgente con su
intrahistoria. Pero en todo caso, estamos ante un primer impulso en la
deconstrucción del mito progresista; escrito, además, con excelente prosa,
inteligencia desbordante y emoción contenida. Se puede pedir más, pero esto es
mucho más de lo que cabía esperar.
6 comentarios:
Sí, es un gran libro. Me alegro de que te haya gustado y gracias por la estupenda reseña.
Gracias a ti, Dal. Lo mejor de la reseña (la conexión Ginzburg) es tuya, por cierto. Otra cosa que te debo.
El libro Posguerra de Judt es fantastico. Te lo recomiendo
Me lo apunto, gracias Claudio.
DAL es un gran "recomendador" de libros: http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com.es/2012/03/el-refugio-de-la-memoria-de-tony-judt.html
Un abrazo
Abu
Me lo he encontrado este fin de semana en casa de mis padres. Mi madre dice que lo vio recomendado aquí, se lo lleva para leer en el tren y está encantada.
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