Cuando veo escenas de amor tan grande, siempre me acuerdo de aquellos que abogan por la muerte de los fetos con discapacidad. ¿Vale menos la vida de ese joven minusválido que la mía? ¿Quién puede decidir que yo merezco vivir más que una persona con síndrome de Down? Ejemplos como estos nos fortalecen y nos desarman.
Y para seguir insistiendo en lo buena que es la entrada como entrada, qué bien queda y hace que haya sido el final de una serie de fotos de un paseo casi suburbial y de "finde". Las teofanías ocurren así mismo. Así es.
9 comentarios:
Gracias Enrique, y muchas gracias a Ángel.
Cuando veo escenas de amor tan grande, siempre me acuerdo de aquellos que abogan por la muerte de los fetos con discapacidad.
¿Vale menos la vida de ese joven minusválido que la mía? ¿Quién puede decidir que yo merezco vivir más que una persona con síndrome de Down? Ejemplos como estos nos fortalecen y nos desarman.
Muchas gracias, Enrique y los comentaristas.
Es la cruz como realidad gozosa. y qué bien escrito.
Jilguero
"Qué bien escrito", efectivamente. Hay dos o tres golpes maestros, y casi invisibles, como corresponden.
Cierto, IT, nos fortalecen y desarman, ¡a la vez!
Y ante un amor tan intenso y desbordado uno tiene cierto complejo de voyeurismo, ¿no?, pero es uno que nos limpia y nos eleva.
Buen detalle dorsiano y muy buen retweet, Enrique.
Qué bueno, por Dios (nunca mejor dicho).
Y para seguir insistiendo en lo buena que es la entrada como entrada, qué bien queda y hace que haya sido el final de una serie de fotos de un paseo casi suburbial y de "finde". Las teofanías ocurren así mismo. Así es.
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