El verano, la estación de la luna. Me encanta trasnochar y he encadenado tres trasnoches seguidos, gloriosos.
El primero,
empezamos a ver la serie de la BBC, Esposas e hijas, y nos pusimos a encadenar capítulos como frikis hasta las tantas, Leonor y yo.
El segundo, una cena con amigos. Es rotativa, a escote entre todos, y cada año en una casa. Esta vez tocó en la nuestra, y vi que no soy tan misántropo como presumo, sino muy casero. Aquí, con mi wi-fi; mis niños saludando a todos y durmiendo luego, muy tarde; sin tener que conducir de vuelta…; fue la mejor "salida" de mi verano.
El tercer trasnoche, anoche, solitario. Leonor se acostó pronto porque hoy comienza la vendimia en Jerez y ella vuelve al lagar. Yo me di un baño de luz de luna en el jardín. Para no distraer la mirada, en vez de leer, escuché esta conferencia. A la luz de una candela a la luz de la luna y a la luz de una farola:
Luego la luna tuvo sus ataques de timideces y jugó a esconderse entre las ramas:
Al final me acosté, aunque tardé en dormirme por Stendhal y su síndrome. Esta mañana, Leonor, desde la bodega, me ha mandado esta foto, quizá porque se ha maliciado mi juerga lunera de anoche y ha querido mostrarme que la luna también se apiada de los que no trasnochan.
1 comentario:
Buena prueba de resistencia el encadenar los capítulos de "Esposas e Hijas". De todas formas son tan buenos que una vez empezados enganchan.
Recuerdos, Antonio Barro Ordovás
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