Carmen me ha contado un ejercicio que le han puesto en el cole y estoy que no quepo en mí de gozo. Así que ustedes perdonarán si desbordo. Le pidieron que terminase el siguiente poema:
Son faroles del cielo,
las estrellas que vemos
nos regalan su luz
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El verso de Carmen fue:
y a la noche nos dan un beso.
Pega un salto de calidad, me parece. Es una imagen menos obvia y con una carga sentimental más poderosa. Con movimiento, además, pues las estrellas bajan. Por último, con su elipsis: pues la niña se duerme y las estrellas la velan. Hace muy bien de verso final y, aunque no guarda la métrica heptasílaba, se alarga al eneasílabo, que es de la misma familia rítmica.
Hablando de "la misma familia", no sé si mi orgullo no es demasiado vanidoso.
4 comentarios:
Nada vanidoso ese orgullo. La niña es brillante. ¡¿Qué duda cabe?!
La niña apunta a poeta. Eso es así!
La niña apunta a poeta. Eso es así. Enhorabuena!
¡Madre mía!
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