miércoles, 11 de febrero de 2009

Prefiero perder

Desde Aljubarrota y la Caída de Constatinopla (que son tragedias que me sucedieron la semana pasada) estoy muy acostumbrado, además. Ayer, en la silenciosa sala de profesores, último remanso de paz, me preguntaron con amabilísimo interés sobre el tema de mi artículo de hoy. Cuando nombré a Eluana Englaro, se lió la grande. Qué pasión en rematarla. Salí vivo por los pelos, y replegándome en escalera. Hoy también me escalda mi compañero y, sin embargo, jefe de opinión y, sin embargo, amigo, José Aguilar. Sumando ambas experiencias, asumo que la mayoría de los lectores no van a estar de acuerdo conmigo, pero bueno: yo con Eluana.

13 comentarios:

Adaldrida dijo...

Pues yo pienso que tienes toda la razón. Y muy bien explicada.

Jesús dijo...

Yo necesitaría saber, para poder pronunciarme, si el estado comatoso de Eluana era, o no, el de "muerte clínica" o "muerte cerebral". Aquí no hay recuperación posible, ¿no? Y, según el esquema distanásico con el que la Iglesia está de acuerdo, no habría ningún problema. Resumo y pregunto: el diagnóstico de Eluana ¿era muerte clínica? Si es así, no estaríamos ante un caso de eutanasia activa sino pasiva. Si alguien me lo puede aclarar, se lo agradecería.

José Miguel Ridao dijo...

La naturaleza del asunto genera posiciones antagónicas, o a favor o en contra, no cabe el término medio. Me quedo con la frase de José Aguilar en su artículo: "Me gustaría ser también respetado y que en este debate todo el mundo prescindiera del insulto, la descalificación y el juicio de intenciones". Y es que la tolerancia sigue siendo la asignatura pendiente de nuestra sociedad. Un saludo.

Anónimo dijo...

Leo en Aceprensa que "antes de que Eluana Englaro se convirtiera en un caso de encarnizamiento mediático y de choque político, hubo unas religiosas que sin hacer declaraciones la cuidaron durante 14 años". Como conozco tu optimismo, entiendo que tu artículo es intencionadamente triste, porque lo ocurrido es ciertamente grave. Por eso, no me parece mal que eches de vez en cuando un puñado de sal a los ojos nublados, para que al lavarlos, con la sal pueda salir también la mugre.

Anónimo dijo...

También para opinar, a favor o en contra, sin demagogia, habría que haber vivido una situación como esa. Lo demás son charlas de salón. ¿Estarías dispuesto a dejar morir a la mujer amada? ¿Querrías que tu mujer estuviera pendiente de ti en ese estado vegetativo durante quince o veinte años? La respuesta verdadera a todo ello la dará la persona que se enfrente a esa situación terrible, cuyas consecuencias, en un sentido u otro, cambiarán su vida. ¡Qué fácil es hablar por hablar cuando el rayo le ha caído a otro en la cabeza!

LFU dijo...

Yo estoy contigo. Chapeau por tu artículo. En general, sobra demagogia y falta claridad en la exposición del problema, justo lo que tiene tu artículo. Además de lo anterior se plantea el incumplimiento del deber de alimentos previsto en los artículos 142 y siguientes de nuestro código civil que, naturalmente cesa con la muerte del alimentista (en este caso Eluana). Enhorabuena.

Nadie dijo...

Estoy con "anónimo". Llamar asesino al padre de Eluana es, independientemente de la posición de cada uno, una frivolidad cuando menos. Dejar de violentar artificialmente, dejar morir repetuosamente, DEJAR QUE DIOS SE LLEVE, el cuerpo en el que un día lejano habitó el joven y vigoroso espíritu de Eluana puede ser un gran acto de amor, y era el que tenía derecho a reivindicar su padre, que seguro que la amaba mucho más, y más pura e incondicionalmente, de lo que cualquiera de nosotros ama a este enardecido debate en el que orgullosamente expone su "postura moral" al respecto. La moral no se impone; el amor tampoco; cada caso es diferente y debería ser analizado con ojos humanos, pero sin gafas con cristales de colores pintados por los políticos o los jerarcas religiosos.
Eluana, por fin, descansa en paz, y que cada uno se analize a sí mismo, que cada uno se ponga en el lugar de ese padre, o de ese pobre vegetal intubado, o de ese político despreciable, o de esa jerarquía...

Ignacio dijo...

Sólo puedo añadir una cosa: bravo por Nadie, Nadie tiene toda la razón (y espero no se me entienda como los otros cíclopes al pobre Polifemo)

enrique baltanás dijo...

Eluana no era un "pobre vegetal intubado", y creo que Enrique lo razona bastante bien en su artículo, valiente y clarificador.
A algunos los invitaría yo visitar cualquier hospital de san Juan de Dios y a ver allí a tantos seres intubados o no, o en silla de ruedas, "inútiles" de por vida, con la sola misión de dar problemas a sus familaires ¿No será mejor,y más económico, darles matarile?
Pues nada, viva Nietzsche y el doctor Mengele.

Anónimo dijo...

Copio una carta, emocionante, que se publica en ABC:
Carta de un padre
«La noticia y la polémica desatada en Italia, con la enfermedad de la joven Eluana Englaro, me ha inducido a escribirle estas líneas. Adelanto que es sólo la opinión de un padre. No pretende polemizar ni menos dogmatizar sobre un tema delicado (quizá de conciencia), y respeto todas las decisiones familiares posibles. Tampoco quiero parangonar el caso de nuestra hija con ningún otro: ni todos los comas son iguales ni siquiera todas las gripes.
El coma de mi hija proviene de una enfermedad eminentemente social, una anorexia, que comenzó a los 15 años (5 años peregrinando por distintas clínicas) y que desembocó en tragedia. Lleva así 17 años; hoy ya tiene 37. No ve, no habla y se mantiene con una sonda nasal. Ha conservado parte de sus sentidos: oye música, la tranquiliza y le gusta. Huele el tomillo y la mejorama, que yo traigo del monte y deshecha los olores fuertes, como la piel de mandarina. Tiene tacto y le gusta que la besemos, que juntemos nuestras caras con la suya y se establezca un flujo de calorcito; que rasquemos con suavidad su cabeza y peinemos su brillante pelo castaño. Le gusta oír nuestras voces a su alrededor, y vuelve sus brillantes ojos negros hacia las mismas. No le gusta sentirse sola. Eso lo sabemos seguro; pero no sabemos más, ni tampoco los neurólogos.
Nuestra economía nos ha permitido hasta ahora cuidarla en casa, sobre todo con la ayuda de su hermana, que la adora. Hace unos meses iniciamos expediente para acogernos a la Ley de Dependencia, hasta ahora sin resultados.
Le hacemos gimnasia, la sentamos en una silla de ruedas, la sacamos para que tome aire cuando el tiempo es bueno. Pero el caso de Eluana Englaro nos ha conmovido.
Nuestra familia jamás le quitaría la sonda a Paula y solo de pensarlo se nos ponen los pelos de punta. No estoy hablando de religión ni de conciencia; estoy hablando de AMOR. Nuestra hija es la reina de la casa; la queremos con delirio, le cantamos villancicos en Navidad y le damos unas gotitas de champán. Este año un puñado de nieve recién recogida, para que sienta el frió en sus manos. Hemos tenido que prescindir de muchas cosas, pero ya no queremos recuperarlas, y menos a costa de nuestra «chiquilla».
Nos ha enseñado a ser felices con menos.
Con mi respeto para todos».
Juan Antonio T. M.

Manupé dijo...

Si la situación de Eulana era de muerte clínica, lo que me parece una atrocidad es que la mantuvieran así durante diecisiete años. Ser los padres de un ser humano que tiene el cuerpo de tu hija, pero que ya no es tu hija y no volverá a serlo nunca debe haber sido insufrible. Descanse en paz.

Néstor dijo...

No me quito de la cabeza que Eluana ha muerto de hambre. El resto, todo lo demás, se me hace intrascendente. La han dejado morir de hambre.

Anónimo dijo...

Eluana no estaba en muerte clínica ni en muerte cerebral. Eso es completamente falso. Era una persona en coma y lo único que había que hacer para mantenerla con vida, LO ÚNICO, repito, era alimentarla e hidratarla. Nada más. Ni respiradores, ni tubos, ni nada. Era una persona en coma a la que se alimentaba. Como tantas otras. Y la han asesinado de hambre y sed.