miércoles, 1 de abril de 2009

Mala bares

Hace dos años, veíamos siempre, cuando paseábamos a los perros por la playa, a una chica nerviosamente guapa muy aficionada a los malabarismos. La primera vez nos llamó la atención [a mí me la habría llamado de todos modos, confieso] porque lo hacía mucho mejor que su pareja, un joven que ponía gran interés, pero al que se le caían los montones de mazos continuamente. A veces se hacía daño en una mano y la sacudía de arriba a abajo y se la soplaba como si se hubiera quemado. La chica le reprendía y le daba enérgicas lecciones. Poco tiempo después, ella seguía allí, con sus mazos innumerables y sus malabares, pero el chico era otro. Y otro. Y tal vez otro. Recuerdo que alguno de ellos se extenuó, y se tumbó en la arena, con los brazos en cruz, mientras ella seguía dándole vueltas y revueltas a los mazos por los aires con un hermoso mohín de reprobación. Después dejamos de verla, y a mí me gustaría saber si buscó otro escenario para sus malabares o si renunció a ellos por amor.

[Esto lo hubiese incluido en mi artículo de hoy, pero se me ha caído.]

12 comentarios:

Pepe Mendoza dijo...

Muy sano su artículo de hoy, Don Enrique. No le hacía yo a usted pateando el asfalto con la frente marchita y sudorosa, y a la vez escrutando, con su siempre bien afilada navaja barbera, los eventos consuetudinarios-deportivos que acontecen en la rúa. Por lo que veo, combate usted la soledad del corredor de fondo con los ojos y el estilo muy bien abiertos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

No sé por dónde andará ahora, pero estoy seguro que seguirá, como bien dices, una vez y otra vez, con su arte.

Ahora lo que hay en las playas son masajistas con las manos pringosas y arena, que más que un masaje relativo, arañan.

Un abrazo Enrique, genial tu entrada de hoy.

Ángel Ruiz dijo...

¡Excelente artículo, Enrique! ¡Y excelente la historia de la chica malabarista!

Juan Antonio González Romano dijo...

Salvo en mi verano, cuando puedo correr por el paseo marítimo de Marbella, el resto del año me toca cinta en el gimnasio (hoy, 40 minutos, más de siete kilómetros, no está mal para mi edad, je) y es mucho más aburrido; los compañeros (y compañeras) son siempre los mismos y además, a las siete y media de la mañana, no son muchos. A cambio, veo las noticias mientras corro, en unos monitores que hay frente a las máquinas.
Pero envidio -sanamente, ¿eh?- esa posibilidqad de correr a diaro junto al mar. Y ver a las patinadoras, y a las malabaristas, claro.

Fernando dijo...

Hola, Enrique.

Yo creo que la chica se ha venido a Madrid: si me das más pistas, yo te la busco. Y es que en el proceso de caraquización que vivimos, ahora la moda es que, en las grandes avenidas, cuando el semáforo se pone en rojo, sale un chico (o la chica de tu playa) con aros, con bolos, con una bici de una rueda, con teas encendidas, hace tres o cuatro trucos muy deprisa y se acerca corriendo a los coches de la primera fila, a ver si le dan 20 céntimos.

A mí esto me molesta como peatón que cruza esa calle y que pasa a ser parte de su espéctaculo. Pero me da pena si se le cae el tinglado y todo rueda por el suelo, porque al dolor del ridículo y la ruina se suma el riesgo a ser atropellado por un público defraudado.

Lo dicho, si veo la chica te mando su dirección de actuación.

Miguel Ángel Borrego Soto dijo...

Mejor que correr, andar, pero sin detenerse a mirar los escaparates ni a los paseantes, a andar a buen ritmo, como el que llega tarde a algún sitio. Quemas calorías y nadie te detiene, sólo saludos en la distancia, un gesto con la mano... "Tendrá prisa", piensan, y no te dan la vara por respeto a tu falta de puntualidad.

carmen dijo...

El artículo divertidísimo pero tu entrada es genial. Me ha recordado a los platillos de Trapiello de "La Manía" pero de otro modo.

Yo a veces me siento ante la vida como los novios de esa chica, haciendo malabares con poca fortuna, y más de una vez, doliéndome sin motivo, casi por coquetería. Y los novios...dónde estarán los novios?

ACdR dijo...

Muy bueno el artículo, pero ¿para cuándo un poema sobre ese tema? En El corazón perplejo, Carlos Marzal tiene uno bastante bueno titulado "El corredor absorto", pero seguro que uno tuyo no desmerecería... Saludos primaverales y ánimo con el footing.

Atiza dijo...

Ay, qué bonito, por Dios.
¡Vaya guión de cine, pero con final decente, y menos "Historias del Kronen"!

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias, amigos. No tenía tantas dudas sobre la entrada (¿y cómo las iba a tener si yo vi a la malabarista con estos ojos mortales?), pero estaba hecho un mar de dudas con mi artículo, por si demasiado costumbrista. Vuestros ánimos me vienen de maravilla, porque es un tipo de artículos que me gusta mucho escribir. De nuevo, gracias.

Adaldrida dijo...

Yo tengo una amiga hippy en Vitoria que hace malabares con mazas de fuego encendido. Una noche de verano vino a Maestu y nos ofreció un espectáculo. Y luego mi primo tocó el violín.
Mi amiga hippy es pelirroja (teñida con henna, pero nada es perfecto), y fue tan hermoso que dolió.

E. G-Máiquez dijo...

Malabares con fuego, hippy, pelirroja, amiga tuya, uf, uf, menos mal que Vitoria queda lejos...