martes, 16 de octubre de 2018

Autorrecato en mí


Estupendas sensaciones al empezar a leer Autorretrato en mí, de Aramburu. Estupendas y no las nubla, en absoluto, el efecto “salto de página” que me asalta. Estoy leyendo un texto magnífico, de esos que hacen que secretamente te identifiques, porque es una situación soñada. Oh, el encuentro con una antigua novia mientras presentas un libro en un salón abarrotado. Qué maravilla, y además se pone en la fila de las dedicatorias. Yo, sin embargo, lo habría cortado justo cuando acaba la primera página, por lo sano. Todo lo que se añade después sobra para el relámpago de emoción ya conseguido. Es mi impresión, reforzada, ya digo, por el efecto "salto de página". Puedo estar equivocado. Hagan la prueba:



Y esto es lo que sigue, que yo dejaría seguir en el sentimiento implícito del lector:


Si estoy equivocado, no dejaría de hacerme gracia. ¡Un andaluz más reservado que un vasco-alemán!


4 comentarios:

Josefina dijo...

Yo lo hubiera terminado con el párrafo anterior a "Por encima de las últimas cabezas...".

Anónimo dijo...

El fragmento es estupendo, y -es verdad- que sobre la vuelta de hoja.
j

Bruno dijo...

Coincido en que la poda mejora el árbol. Lo cortado es bueno, pero lo imaginado es mejor.

Supongo que hay que tener en cuenta que el andaluz escribe haikus y eso imprime carácter.

Anónimo dijo...

Llevas toda la razón: el final de la primera página duele. Es intensa poesía. La segunda página acaba siendo desinflada retórica, y esa última línea ("Infinito es....."),tan razonadamente tópica y anticlimática. Pero es que la primera página alcanza un vuelo muy alto, y después no cabía más que el descendimiento.

Es un impecable ejemplo, en efecto, para ver la, en ocasiones, bondad del salto de página.
J.P.