domingo, 21 de abril de 2019

Menos para más


No hablaré de minimalismo para no cogerle los dedos críticos, pero de la poesía más pequeña, en voz baja, más desnuda me interesa todo lo contrario: su posibilidad de absoluto y de abarcarlo todo. Reducir los medios para llegar a fines reducidos es simple redundancia. La clave es el contraste. El mundo en el gran de arena, la hoja de hierba y la realidad o el trozo de pan incluso y la Divinidad. A esa comunión entre el menos y el más apuntan dos poemas de dos poetas estupendos en sus dos libros más recientes.

Juan Marqués, en El cuarto de estar (Pre-Textos, 2019):

DICKENSONIANA

En la naturaleza
la mirada descansa,
como quien vuelve a casa.

Para limpiar los ojos,
basta un árbol;

para saber volar,
es suficiente un pájaro.


Y Antonio Manilla en Suavemente ribera (Visor, 2019)

CLARABOYA

La luna que ilumina las montañas
con esta luz de otoño
y todo lo hay más allá de ellas:
el verdor de otros valles y el agua de los ríos
cuyos nombres ignoro, poblados y ciudades,
cielos desconocidos,
innumerables gentes
y, al fin, el mar que invita a los viajes.

Los anchos horizontes del desván
a través de un pequeño ventanuco:
el universo entero cabe en ellos.

1 comentario:

Juan Marqués dijo...

Muchísimas gracias, querido Enrique. Qué pronto lo has conseguido... Abrazos.