Como sabéis, Rabí Pinjas se ganaba la vida como melamed, esto es, como maestro de niños. Una noche tuvo un accidente muy grave y a la mañana siguiente lo encontraron inconsciente y creyeron que estaba muerto. Cuando el rav de Koretz se enteró ordenó que nadie lo tocase, rezó por él y le dijo: "¡Pinjas, lvántante! Ve a enseñar a tus alumnos! Recuerda, ¡eres un hombre contratado que tiene una diaria labor para cumplir!" Y Rabí Pinjas se levantó y fue a la escuela.
Cuando lo leí el viernes me reí con ganas de la fuerza casi resucitadora del contrato de trabajo, y pensé pasarlo a mis alumnos de Derecho Laboral. Pero en la mañana del lunes, muerto, lo recuerdo y digo, mucho más serio: "Vaya".
1 comentario:
Gracias. Parece escrito para mí (y mis circunstancias)
Un saludo cordial,
Ana
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