Viene Quique a la mesa de mi despacho y me advierte: «Te voy a contar un chiste muy malo». Vale. «—Jaimito, ¡¿por qué has tirado el reloj por la ventana de un quinto piso?! —Porque me han dicho que el tiempo vuela».
He sonreído melancólicamente.
El chiste no es tan malo, y es, además, el secreto de toda la poesía elegíaca, Quique.
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