martes, 29 de agosto de 2006

De tinta azul

Asistí con felicidad a la abundancia de comentarios que coronaron la entrada de anteayer sobre René Girard. Para colmo, fueron rematados por un anónimo usuario, que nos colgó un recomendable artículo de Daniel Capó. En él, el articulista balear decía que quien le puso sobre la pista de Girard fue el poeta José Mateos. ¡Precisamente el mismo que a mí!, me dije.

Y ya me puse a fantasear con lo interesante que sería sacarle la genealogía a las lecturas. Eso, además de un timbre de nobleza y tradición a nuestras horas en la biblioteca, retrataría una trayectoria intelectual como nada. Con suerte, alguien leerá a Girard empujado por mi entusiasmo; yo —como Capó— lo hice por la autoridad de Mateos; José, ¿por quién?

Cierto que los libros son como las cerezas, que se van enganchando uno a otro, y quien entra en uno se enreda en una cadena de lecturas prácticamente interminable. A mí, Eugenio d’Ors me llevó a don Álvaro, éste a Miguel; Miguel d’Ors a Ibáñez Langlois, que a su vez me hizo leer a Ezra Pound, que me descubrió a Propercio.

Con todo, cuando la genealogía es personal, el libro se enriquece mucho más, mezclando la intimidad de la lectura con la de la amistad. Ya he hablado de José Mateos, para mí tan importante como la biblioteca paterna para Borges; pero hay más: a Javier de Navascués le debo el descubrimiento, nada menos, que de Mario Quintana; a José Julio Cabanillas, la poesía de Chesterton; a mi hermano Jaime, los aforismos de Lec; a Araceli Duque, la historia de Dawson; a Enrique Lobatón, en la lejana infancia, los cómics de Tintín…

Los blogs, por lo que llevo visto, tienen la misma potencia para provocar lectura. Ya he empezado con The Habit of Being, de Flannery O’Connor, empujado por Arp; y he acabado Cinco historias del mar, de Pla, donde me enroló Dal; e Inma Rodríguez-Moranta va a terminar haciéndome leer a Carmen Martín Gaite; y Juan Ignacio a Marechal; y Baltanás los ensayos de Baltanás; y…, y…

22 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Por e pronto, yo ya he cogido prestado de la Biblioteca de la Universidad el libro de Girard.
Espero con gran curiosidad tu opinión sobre las cartas de Flannery.

Jesús Beades dijo...

Y espero que un servidor a Lewis, y a Jünger, por lo menos.

Joaquín dijo...

Para ser un poco "girardiano" también en esto, el seguimiento de lecturas puede ser igualmente un 'deseo emulado' ... En cualquier caso, en visita a este blog, he tomado nota de las reflexiones sobre 'Brideshead revisited'. Recuerdo la serie de TV pero me temo que no guarde relación con las sutilezas que permite una novela.

Anónimo dijo...

Y tú, hombre de letras, ¿cómo vas con Carl Sagan? Si aún no te has atrevido con él, permíteme insistir: te sorprenderá (agradablemente).

Juan Ignacio dijo...

¡Qué verdadera está situación que relatas en tu blog!

Yo por los blogs he conocido a grandes autores, también por la biblioteca de mi esposa.

¡Salud!

Ángel Ruiz dijo...

Pensaba yo ahora que esto demuestra el fracaso de los suplementos literarios: En realidad es una cuestión de confianza; como el 'sistema literario' está bastante falseado, al final te fías de las personas.
Mal rollito me da Carl Sagan (esto sería una contrarrecomendación).

E. G-Máiquez dijo...

Mi mujer se ríe de mí (entre otras cosas) porque veo explicaciones girardianas de todo. Por eso, Joaquín, que conste que lo has dicho tú. Yo callo, eh (y otorgo).

Un servidor, al servidor Beades, le debe mucho. Entre los libros, nada menos que "El señor de los anillos", que no había leído por mi resistencia (idiota) a las obras de fantasía desbordada. A Lewis no tanto, aunque él es más lewisista que yo, porque las "Cartas del diablo...", que son uno de mis libros de cabecera, se las debo, si la lejana memoria no me falla, a mi madre. Las novelas futuristas de CSL, si alguna vez las leo, sí que se las deberé al servidor Beades, que me insiste. Y espero deberle (deberte, Beades, si me escuchas) a Jünger, que es una de mis lagunas.

Tu volumen de Sagan, Nadie, lleva meses durmiendo en mi mesilla de noche el sueño de los justos. Pensaba que era sólo mi pereza, pero ahora que Arp le pone la bandera amarilla pienso que tal vez mi daimon me lo apartaba... Te tendré al día de mis avances (o retrocesos).

Anónimo dijo...

Enojado me siento. La pregunta sería: ¿Ha leído Arp el libro del que hablamos, o algo de Carl Sagan? Si la respuesta es no, debería abstenerse de tratar de contagiar sus prejuicios a otros. Y en todo caso, ¿por qué ese mal rollito? ¿No le gustan los hombres de ciencia? Hay vida más allá de Homero, Shakesperare, Cervantes y Dante. Me parecen simples los hombres de ciencias que desprecian las letras, al igual que los de letras que desprecian las ciencias. He leído cuatro libros de Carl Sagan: una novela, dos ensayos (uno de los cuales está cogiendo polvo en casa de Enrique) y un libro de divulgación. Todos ellos maravillosos. Todos ellos aleccionadores. Y todos ellos cargados de ciencia, poesía (en sentido amplio, claro) y sensibilidad.
Nuestras torres de marfil son preciosas, pero a veces hay que arrasarlas como se arrasó Orthanc.

Ángel Ruiz dijo...

Bien, ya sabía que la cosa iba a ir por ahí (estaba metiéndome en un terreno delicado, la contraprogramación) y entiendo que tú, Nadie, te sientas molesto. Si te fijas, sólo digo del libro de Carl Sagan que me da mal rollito: no lo he leído ni pienso leerlo, lo mismo que otros libros de 'ciencia', tipo Dawkins y similares. Por lo que veo, la gente que los lee acaba 'convirtiéndose' a la 'religión' de la ciencia inmanente, o quizá leen esos libros para encontrar autoridad a su visión inmanente de la vida. No sé, estoy generalizando y eso no es bueno.
Si puediera, leería con gran atención libros de ciencia, pero serios, manuales de física teórica, de astronomía, de biología, de matemática avanzada. Como no tengo esa preparación (y bien que lo siento), no intento ir por atajos. En esta vida hay que someterse a las propias limitaciones y yo me quedo con la literatura, que no es un terreno pequeño.
Las referencias que tengo de Carl Sagan son bastante negativas: cuenta bien, es muy entretenido, pero tiene una visión muy limitada de la realidad, por mucho que la vista de 'científica'. Puedo estar equivocado, pero prefiero fiarme de gente que me merece respeto en estos temas.
Respecto al cosmos esperaré a la otra vida para que me lo cuentem; ahora me conformo con contemplarlo.

Anónimo dijo...

Ahora ya tienes una referencia positiva, aunque cada uno tiene en cuenta sólo aquello que le interesa. Sagan no disfraza nada, y no tiene una visión muy limitada de la realidad, sólo intenta aprehenderla utilizando la ciencia, como otros lo hacen por medio de la filosofía. En realidad él era un científico de gran prestigio (no hablo de prestigio entre la gente ignorante, sino entre la comunidad científica) que, además, poseía un don: el de despertar la curiosidad en la gente común, y transmitirles conocimientos de manera interesante y bella. Criticas de oídas, y eso te deshonra. No me parece mal tu desinterés por Sagan, o por la ciencia, o por lo que sea: cada uno elige libremente su camino, y es ejemplar que rechaces los atajos. Por lo tanto, deberías evitarlos también a la hora de emitir juicios para los que no estás capacitado.
Hablas del autor como si fuera una especie de guru laico modernito, y yerras el tiro por completo. No hay nada irreflexivo, simple o frívolo en la literatura de C. Sagan. De hecho, en su novela "Contacto", es estremecedor cómo obliga a la protagonista (científica que sólo cree en lo que se puede probar) a enfrentarse a una realidad indemostrable, y sólo es comprendida por el cura cuya fe ella rechazaba, precisamente por su indemostrabilidad. ¿Se puede ser más humilde que Sagan, al escribir eso?

Corina Dávalos dijo...

Al igual que Arp, pienso que Sagan no es con quien dejaría las escasas horas de lectura que tengo. Hay mucha pseudo-filosofía de la ciencia en sus escritos, poco rigor. Y yo me apunto al saco de las cerezas, gracias a estos blogs he descubierto a García Máiquez en la biblioteca de mi universidad, y a Miguel DÓrs, a Chesterton, a Ginzburg, a J. R. Jiménez y lo que queda por rondar...

Juan Ignacio dijo...

En el fondo de la discusion que se está entablando creo ver algo que hace que me pregunte:

¿Qué un autor sea ateo puede atentar de alguna manera contra la profundidad que uno busque en las lecturas (siendo uno creyente)?

Leo autores que se declaran ateos y son muy buenos, pero la verdad es que en muchos casos prefiero los autores con una visión más trascendental.

Por otro lado, un autor que además de sus conocimientos tiene el conocimiento de la fe, no es para nada poco profundo o poco estricto en sus materias. En ciencias creo haber leído (aunque muy poco, y escuchado no mucho más) acerca de Einstein, como el caso de una persona creyente y científico de primera línea.

No es un tema fácil, eh.

Ángel Ruiz dijo...

Nadie, ya he intentado explicar que no juzgo a Sagan, así que no me metas por esa vía. Como no leo, no lo juzgo y punto. Tampoco desprecio la ciencia, por mucho que tú lo digas. Y no creo que tenga que leer a Sagan para demostrar que valoro la ciencia. La declaración de mi propia ignorancia es un homenaje a la ciencia.
Dices que: "Sagan no disfraza nada, y no tiene una visión muy limitada de la realidad, sólo intenta aprehenderla utilizando la ciencia, como otros lo hacen por medio de la filosofía".
Bien, eso es lo que a mí me parece una limitación. Con la ciencia llegas a donde llegas, pero hay ámbitos a los que sólo llega uno con la filosofía, y a otros sólo con la fe y la teología. Aquí es donde puede que esté el punto de fricción, supongo; al menos a mucha gente le parece inasumible que existan la metafísica y la teología, ciencias que alcanzan verdades. Tú estás en tu perfecto derecho de pensar que la vía de Sagan es la buena; a mí (por las referencias que tengo, y ahora por la que tú me das) me parece limitada, sobre todo cuando quiere entrar en ámbitos a los que la ciencia no puede llegar.
Si tú me dices que Sagan es más profundo de lo que yo pensaba lo acepto: nunca dije que fuera frívolo, sólo limitado. Tampoco es un defecto ser un buen divulgador (más bien al contrario). Pero yo estoy en mi derecho de no leer a Sagan, por mucho que me hablen de sus excelencias. Te lo vuelvo a decir, prefiero leer un libro de astronomía serio; como no lo voy a entender, no lo leo y tan contento.
La forma del cosmos o su origen no me quitan el sueño, ni las partículas atómicas. Prefiero los poemas: lo puedes ver como una limitación, pero así soy.

Anónimo dijo...

No me has leído con atención, Arp. En cualquier caso, mejor dejamos de discutir. Creo que Juan Ignacio ha apuntado bien. Insisto: allá cada uno con sus prejuicios, pero, ¿por qué tratar de contagiarlos?
Si alguno de vosotros recomendara a un amigo mío leer "La divina comedia", lo último que se me ocurriría es decirle que no lo hiciera...¡sin haberla leído yo!
¿No sería un acto de soberbia? Reflexionad, creyentes.

Ángel Ruiz dijo...

Punto. Se acabó. No discuto, no soy digno, yo que contagio prejuicios. Me arrepiento de mi soberbia y de que mis creencias me impidan tener la cabeza fría para calibrar por mí mismo lo que es bueno y lo que no.
Me voy a corriendo a leer a Carl Sagan, Dawkins y tutti quanti para poder decir a la gente (en su caso, si lo compruebo)que son una basura (con fundamento, para no romper el dogma de 'no hables de lo que no has comprobado tú mismo').
Y tendré que leerme también La sombra del viento, las novelas de Antonio Gala, ¡y las de Paulo Coelho! Pero qué se le va a hacer, es duro esto de participar en el blog de Máiquez: ¡tener que leer lo que muchos dicen que es malo para poder decir tú mismo que lo es!

E. G-Máiquez dijo...

Muchas gracias a todos los que habéis animado esta entrada, que prometía poca guerra. En fin, donde menos se espera salta la liebre...
... que estará pensado, ¿do fuir? En cualquier caso, Nadie, no creas que, a pesar de mi admiración por él y por su blog, si no leo a Sagan es por Arp. Ni por AnaCó, que tampoco lo recomienda. Hasta ahora el único culpable ha sido mi daimon, pariente pobre del de Sócrates. Y el tiempo, que es el más eficaz de los censores.

Anónimo dijo...

Yo voy al punto de partida y me animo a recomendarle a Papini, que se me hace que ya lo leyó, usted que es tan aficionado a Dante.
Y también recuerdo haberle recomendado al P. Castellani. Lo vuelvo a hacer.
Saludos.

Anónimo dijo...

De nada, Enrique. En el colegio era animador de baloncesto, así que ya ves, me cojo un par de pompones y te animo el blog en un pis pas.
A pesar de que no he sido leído con atención, te digo esto a ti que sé que sí lo haces:
Ni me molesta que no hayas leído el libro de Sagan, ni me molestará si no lo haces. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Lee lo que quieras, que los amigos están para recomendar, no para imponer, y, en cualquier caso, no todos disfrutamos con lo mismo aunque podamos tener áreas comúnes de disfrute. Lo único que me hubiera dolido es que fuese el prejuicio de otros el que te hubiera hecho abstenerte. Comprobado que no es así, me retiro de la disputa (si es que la hubo) con un saludo especial para Arp y AnaCó, con los cuales seguro que comparto el gusto por más de un libro.

Anónimo dijo...

¿Qué pasa con La sombra del viento? Según tengo entendido, es un novelón, de gran calidad, que no se merece la deshonra que le inflige ser tan best seller.

Buentes dijo...

En mi caso, forma una estructura rizomática, D. Fidel Villegas me lleva a Tolkien, TOlkien a los integrantes de Númenor, los integrantes de Númenor me lanzan contra miles nombres Miguel d'Ors, Cabanillas, Leopardi, Claudio Rodríguez, Usted mismo... Quién sabe si algun los integrantes de Númenor me lancen contra mí mismo, a ver si me encuentro de una vez.

Anónimo dijo...

No es mi anomimato pretendido, sino impuesto por mi inútil lucha para registrame...A propósito de la genealogía de las lecturas el magister Dani Capó, me tiene "atrapado" por sus recomendaciones literarias. Gracias a él estoy absorbido por la lectura de Reyes Mate, con Benjamin y Jünger a la vuelta de la cabecera, sólo reprochable el grave tedio que, con gracia o sin ella, me produjo Simone Weil...

Johannes A. von Horrach dijo...

Ostras!! Esta si que no me la esperaba, entradas sobre Girard. Yo también soy esa cosa que no me gusta pero que no se me ocurre llamar de otra forma: 'girardiano'. De hecho, le estoy dedicando mi tesis doctoral de filosofía.

Por cierto, el gran Capó que conste que es de los mejores columnistas que hay en la prensa balear, de largo.

saludos