miércoles, 2 de agosto de 2006

Viajes y otras hierbas

Sobre mi artículo de hoy habría mucho que matizar. Toda una fenomenología: no son lo mismo el turismo (que rima con consumismo), un viaje llamado de placer, una peregrinación, una misión diplomática, una excursión, una aventura, un descubrimiento, una vuelta a casa como la Odisea, un viaje iniciático, un viaje de estudios o una visita a la familia de tu mujer...

Pero toda distinción tendrá, en el fondo, que tener muy en cuenta la que establecía Unamuno entre la topofobia (donde el que viaja huye de su realidad, y a veces -añado yo- de sí mismo) y la filotopía (cuando lo que motiva el viaje es el amor hacia el nuevo lugar). Yo, si no fuese por Roma y también por Londres, podría decir que mi filotopía es casi monógama con el Puerto de Santa María.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la columna, divertida y satírica. Lo malo es que a mí sí que me gusta viajar. Es un contrasentido: cuando estoy fuera, visitando algo, siento un cierto desprecio por los que están haciendo lo mismo que yo "¡Bah, turistas!". Es bastante probable que alguno que me ve a mí se diga"!Bah, turistas!". Sin embargo, yo no soy como ellos (seguro que ellos piensan "yo no soy como ellos"), y trato de torturar muy poquito con mis fotos, escogiendo para enseñar sólo aquellas que a mí me gustaría que me enseñaran, que son, como mucho, la décima parte de las que hice. Nunca seré visto en un viaje organizado en el que te ponen con otros cincuenta a hacer visitas relámpago en las que "conoces" un país en cinco días. Desgraciadamente, el tipo de viaje que realmente me gustaría ser capaz de hacer, requeriría una cantidad de tiempo y una libertad de los que ya no dispongo. Pero para eso, como bien dices, tenemos los libros, que te permiten viajar hasta a los lugares que no existen. Realmente, quien no viaja es porque no quiere, y muchos de los que viajan ignoran que, en realidad, no han ido a ningún sitio.

Anónimo dijo...

Desde mi más tierna juventud, los cuatro tomos de relatos de W. Somerset Maugham los he tenido al alcance de la mano. Eso sí que era viajar.

Breo Tosar dijo...

Creo que en el fondo mi amigo argentino y tú coincidís con la idea de viaje.
Yo defiendo la idea de "viajero", de hombre de mundo que va un lugar desconocido a encontrarse a sí mismo, a conocer sus gentes, a abrir la mente. Interpreto así la comparación entre Gandalf y el mago Saruman.


Todo eso "turista".

Breo Tosar dijo...

Por otra parte, en tu artículo no me ha parecido ver tanto una crítica al hombre viajero cuanto al hombre "turista", que es lo contrario del primero. El turista va corriendo por una ciudad nueva en busca de la foto y de la tienda de souvenirs. El turista no entiende de arte ni le gusta pensar, sólo le interesa decir a sus amistades "yo he estado aquí". El turista es capaz de correr en un museo para ver las obras famosas, y, sin embargo, no sabe mirar los cuadros (ni siquiera los más conocidos).
Me atrevo a afirmar que la inmensa mayoría de las personas que viajan son turistas, no viajeros. Y esa es la gran diferencia.
Podemos ver Oxford con los ojos del turista o estar en el mismo lugar y verlo todo de otro modo, quizá con mirada de artista; y no
comprar nada o perderse algún monumento "famoso" porque preferimos tomarnos una pinta en un pub.
Algún amigo me ha dicho "¿Pero cómo es que no viste aquello?... ¿Por qué no visitaste lo otro?". Y se equivoca porque no persigo la foto. Prefiero tomar una pinta con los lugareños a correr por la ciudad en busca del monumento. Es más grata la conversación y la cerveza compartida.
El viajero observa, se busca a sí mismo; el turista sólo ve porque eso es lo que le han enseñado.

Enrique Baltanás dijo...

Tienes mucha razón al decir que sin moverse de casa, ya viaja uno, quieralo o no.
¿Hace falta viajar? Creo que falta, lo que se dice falta no hace. La prueba, Kant, que nunca se movió de Königsberg.
Yo creo que esto va en gustos, y en circunstancias.
Por lo que respecta al verano, y como se está poniendo la cosa en los aeropuertos, y con las masificaciones, yo desde luego donde más a gusto -y más fresquito- estoy es en casa.

Anónimo dijo...

Magnifico
Este verano agostearé en Sevilla, por lo q no vere al nativo (y poeta) de guardia
Saludos desde el valle del gUadalquivir, a 35¤C, por ahora, y de guardia con 4 niños en la piscina

Anónimo dijo...

Admirado Enrique,me ha gustado muchísimo la claridad con que sientes el mundo entero en ese maravilloso Puerto de Santa María,tu arcadia particular.No estoy muy de acuerdo con la idea de mitificar el viaje y pensar que para tener una mente abierta ,sea necesario viajar,Kafka no salió en toda su vida de su pueblecito natal y su literatura es universal,amplia,y para mi gusto creo que tenía esa
mundología allá en su pueblo .Otro ejemplo es la gente del campo,o la del mar -que son, en ciertos momentos los mejores interlocutores, los que más sorprenden por su sabiduría que a veces llega a categoría filosófica; más de una vez me hé encontrado contándoles mi mundo a muchos de ellos ,que tienen esa gramática parda como de sabios que conocen el mundo,y te digo yo que Benancio,el casero de una finca a la que suelo ir,hizo su mayor viaje en Vespa de Cádiz a San Fernando,en su viaje de novios,el resto de su vida lo há pasado en Medina Sidonia,con el mundo entero a sus piés.Como decía Santa Teresa ,"El mundo es un impostor...",y si no fuera porque a mí me fascina viajar ,me pasa como a tí,me quedaría entre Sevilla y Cádiz,y por supesto Las Batuecas(con su maravilloso monasterio de carmelitas descalzos)Un saludo y decirte que me cuelo en tu blog todos los días,pero aún no había entrado porque me dejabas -como también me pasa con Morafandos-pensativo,y prefería demorarme en la actitud del interlocutor fascinado que escucha como un loco,y que inevitablemente después ,reflexiona asimilando como si hubiese descubierto el Mediterráneo

Anónimo dijo...

Marco Polo e i grandi viaggiatori: I viaggi in terre lontane e poco esplorate e portano a questo: si diventa così famosi per ciò che si è visto, non perchè si sia pensato alcunché.

Anónimo dijo...

¿Dónde están -me pregunto- esas noches salvajes
de ayer? No salgo fuera, ni quiero hacer viajes,
no porque aquí esté bien, sino porque, cansado,
aquí me encuentro igual de mal que en otro lado.

Inma dijo...

También me ha gustado mucho tu columna, Enrique. La he leído antes de que los "ladrones" la ocultaran tras el azul. Tanto la idea de la que partes como los matices añadidos. Yo también soy de las que me quedo de guardia, como indígena y serena observadora del turismo en la costa mediterránea.
Es grato y necesario viajar[suspiro...], pero también debiéramos aprender a crecer con esas pocas cosas sencillas que tenemos cerca y que nunca acabamos de recorrer y conocer.

Nuestro (ingenuo y ambicioso) JRJ decía: "Dadme siempre una mujer, una fuente, una múscia lejana, rosas, la luna, -belleza, cristal, ritmo, esencia, plata-, y os prometo una eternidad de cosas bellas".
Con vuestro permiso, el tuyo y el de Breo, seguiré la retahíla -una vez más- en la próxima entrada de mi blogg.
Gracias.

E. G-Máiquez dijo...

¡Jo con JRJ!

Y con José Mateos, aunque me malicio que la entrada a su nombre y con sus versos es de un admirador y no del JM auténtico...

Y al visitante italiano (y al Lord Scutum) gracias por hacerme el blogg tan cosmopolita... ¡y sin pegarme un viaje!

Juan Ignacio dijo...

Me gustó mucho todo esto así que haré una entrada en mi humilde serie "Status viatoris".

A propósito de lo último que dices en el artículo, eso de quedarse para leer los libros, es curioso que uno de los mejores momentos para leer sean los viajes.

Y sería otra redundancia: leer la Odisea en un viaje en tren (¡ni hablar en un viaje en barco!)

Saludos.

E. G-Máiquez dijo...

Touché: efectivamente, uno de los mejores momentos para leer son los viajes.

Anónimo dijo...

The trouble with travel is to see it as such. Experience what you know as you do the unkown.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu articulo, y mas ver que te aplicas con las últimas tecnologias.

Anónimo dijo...

Recojo el testigo y me dispongo a elaborar (un día de estos) la defensa del que se reconoce turista frente a esa pedantería voluntarista de viajeros o exploradores, cosa que muy poca gente puede llamarse con autoridad a sí misma.

Bravo por ese nadie que da en el clavo: turistas son los demás que no me dejan hacer la foto ni pasear a solas, no yo que no les dejo a ellos.