jueves, 16 de noviembre de 2006

aPLAuso

Yo no me opongo a que la gente progrese. ¡Peor para ella!
[Josep Pla, en Sentencias y aforismos, pág 120, a]

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífica cita "planesca" (¿cómo se dirá?). Pasmosa la verdad intuida a través de ella "animus iocandi": el mito del "falso progreso", que parece dominar buena parte de la cultura de nuestros días, y bajo la cual late la convicción de que nuestro caminar hacia el porvenir constituye necesariamente una evolución hacia lo mejor. El hombre sería así una criatura (¿?) que, desde unos orígenes imperfectísimos, avanza hacia su plenitud, hacia su realización completa. Esta idea conecta con un iluminismo muy a lo Rousseau: el hombre es bueno por naturaleza, que presencia unas carencias puramente naturales, provocadas por estructuras sociales necesitadas de reforma o por una educación equivocada.
¿No recuerda esto mucho al "buenismo" zapateril de la Alianza de Civilizaciones, o de la negociación con ETA?

Anónimo dijo...

Hombre, recuerdan más al comunismo o al cristianismo, ideologías prometedoras de paraísos lejanos a cambio de sufrimientos actuales.

Yo creo, entrando en materia, que una vez establecido el sano escepticismo del no necesariamente conviene aplicar el no menos sano sentido común, que nos dice que en líneas generales sí que se progresa y sí que la humanidad va a mejor.

Ángel Ruiz dijo...

Este Ignacio es un poquito troll (sólo un poquito ¡eh!). Con buen rollito ¡eh! Por cierto, Ignacio, que me interesó mucho el comentario en tu blog sobre Retorno a Brideshead, aunque no estaba en absoluto de acuerdo (pero buen rollito ¡eh!).
Yo creo que la frase de Pla es muy buena (no, Ignacio, no te discutiré nada de lo que digas).

Anónimo dijo...

No me diga eso ni en broma, arp. O no ha visto nunca un troll de verdad o está equivocado conmigo de medio a medio.

Anónimo dijo...

Por favor, Ignacio, no me compare usted el cristianismo con el comunismo...
Y, con respecto a que vamos necesariamente a mejor, no diré aquéllo de Jorge Manrique ("cualquiera tiempo pasado..."), pero, hombre: ¿somos más inteligentes nosotros que los griegos? o ¿usted cree, de verdad, que estamos mejor en el siglo XX (ya XXI) que en la Edad Media? Si me dan a elegir entre uno y otro periodo de la Historia, y aparte de los avances médicos y algunos tecnológicos (no todos) -que son lo más rescatable de la Modernidad-, me quedo con la Edad Media sin dudarlo. Aunque quizá, y recordando al poeta Ibáñez Langlois -citado por nuestro E. G-M-, habría que reconocer que el mejor tiempo es el que le toca vivir a cada uno (en otro orden de cosas), por muy aberrante que haya sido o sea.
Un saludo cordial, otra vez.

Anónimo dijo...

Pues sí, no sólo estoy absolutamente convencido de que nuestro siglo es muchísimo mejor que la Edad Media, sino que lo contrario me parece una locura. Es decir, que me cuesta mucho trabajo verlo como una cuestión de opiniones.

(Me recuerda aquello de la vida de Brian: aparte de los antibióticos, la esperanza de vida, los derechos humanos, los partos exitosos, la democracia, el cine, Cezanne, la calefacción, los aviones, el cálculo diferencial, la libertad de elegir entre infinitamente más posibilidades de vida, esta red en que escribo, la seguridad física... ¿qué nos ha traído el paso del tiempo?)

En cuanto a cristianismo y comunismo, se comparan cosas diferentes. Coinciden, como he dicho, en la promesa de un paraíso futuro por el que se subliman sufrimientos presentes. Difieren sobre todo en que el comunismo sacrifica el individuo a la colectividad, mientras que el cristianismo considera sagrada a cada persona (y no es pequeña ventaja esa).

Pero vaya, yo entre la fe ciega en un paraíso o la confianza escéptica en el progreso no lo dudo ni un segundo.

Un cordial saludo.

E. G-Máiquez dijo...

La fe es ciega porque ex auditu, mientras que nuestro escepticismo ante el progreso tiene los pasmados ojos muy abiertos. Lo que no obsta para que me sume entusiasmado a esa enumeración de beneficios del progreso, entre los que yo contaría la obra de los grandes reaccionarios, como Pla, Gómez Dávila y cía.

Anónimo dijo...

Aunque no lo parezca Ignacio, estamos mucho más próximos de lo que pudiera parecer. Lo que yo entiendo por "progreso" se resume magníficamente en esa escena de "Hannah y sus hermanas", cuando Woody, perplejo ante los desafíos existenciales en que se encuentra sumido, se mete en un cine a ver una película de los hermanos Marx, y piensa aquéllo de "Después de todo, la vida no está tan mal...". En efecto, el hombre ha dado, y seguirá dando (¡qué narices!), obras magníficas, y no sólo las que Vd. cita -yo también hacía unas salvedades en mi nota-, pero, como época en conjunto, creo que en el siglo XX hemos tocado fondo, en lo cual supongo que coincidirá conmigo. Y respecto a la Edad Media, es una época, amigo mío, aún por descubrir, de la cual podríamos beber con más frecuencia, y no sólo denostarla, en una visión simplista y superficial que no se corresponde con la realidad. En cualquier caso, esta materia excede con mucho del ámbito de este blog, y meternos en más berenjenales sería abusar de la hospitalidad de nuestro anfitrión... De modo que dejémoslo estar. Un saludo.

Anónimo dijo...

Pues yo sí que creo que estamos en completo desacuerdo, Verónica. Para muestra, supones que coincidiré contigo (¡¡) en que en el siglo XX hemos tocado fondo, y no, no pienso nada parecido ni por asomo, antes bien creo lo contrario, que hemos empezado a sacar la cabeza del agujero.

Pero sí coincido en que no es lugar para discusiones largas.

Saludos.

E. G-Máiquez dijo...

Y ahora discrepo yo, ea. Si queréis discutir aquí, yo encantado, que conste, sean largas o no las discusiones. La única pena es que la entrada va quedando atrás y pierde los lectores que os merecéis.

Sobre el siglo XX yo me pasé años repitiendo la cita de Ortega: "Un siglo superior a los demás, e inferior a sí mismo", aunque hoy me parece demasiado optimista, en vista de las dos guerras mundiales y las otras y las matanzas sistemáticas acá y allá (y aquí, si contamos el aborto).

Anónimo dijo...

Gracias, Enrique, por darnos pie a la discusión en este tu blog, que también se ha convertido en nuestra "Casa propia"; yo, desde luego, me siento como en la mía. En lo que sí espero coincidir con Ignacio, a pesar de sus reticencias, es en que lo pasamos muy bien; y el mérito, sobre todo, es de las jugosas entradas que Enrique va insertando en nuestro día a día... Un saludo.