jueves, 8 de noviembre de 2007

Ubicacionista

“Hablando de bibliotecarios dice: ‘¿Qué intelectuales son ésos? Son clasificadores, ubicacionistas’”.
Me ha encantado leerlo, porque matiza todo ese prestigio culturalista que les dio Borges a los bibliotecarios con eso de que ordenar los libros es ejercer la crítica literaria. Y para colmo de dicha, la frase es del mismo Borges [véase Borges, de Bioy Casares, en la entrada del sábado, 3 de septiembre de 1960], que así se nos humaniza bastante, tan contradictorio como todos. Y sobre todo me gusta porque me viene como anillo al dedo: yo tendré —D. m.— que colocar —tiemblo al pensarlo— mis volúmenes y todavía titubeo. No sé si hacerlo por temas, por orden alfabético, por idiomas, por fechas de nacimiento del autor, a la buena de Dios, por colecciones, por orden de llegada, por géneros literarios, por algún criterio mixto… Como crítico literario no estoy teniendo la cabeza muy clara, no. Pero al menos como ubicacionista lo haré bien, qué remedio.

22 comentarios:

Adaldrida dijo...

A la buena de Dios, no lo dudes: tiene que reinar un desorden liberador. Y que luego buscar cada libro sea un trabajo, y el gusanillo de si lo encontraré, no lo encontraré... Ahora, tus veinte libros de cabecera ponlos bien a la vista, en la cabecera...

E. G-Máiquez dijo...

No encontrar los libros es desesperante, ¿no, Rocío? Me temo que me tiraré al alfabeto, aunque es el método más ubicacionista de todos. Los otros son más bonitos y/o literarios, pero se pierde eficacia y eso, siendo tan escasa, no me lo puedo permitir.

Anónimo dijo...

"I have seen the truth and it makes no sense". Después de recordar a Chesterton que sentido tiene, o con que criterio se puede, ordenar una biblioteca.

Alejandro Murgia dijo...

Ordenar tu biblioteca te da la oportunidad única de plasmar tu propia división temática del Universo (el universo de tus intereses). Yo ordené la mía con secciones como "Épica", "Filosofía", "Cosas que leía mi padre", "Buenos Aires colonial", "Tolkien", "Libros que tengo que devolver", "Siglo XIX", "Autores europeos contemporáneos", "Libros malos", etc.

Es el método perfecto para encontrar todo: siempre sé en qué sector está un libro, y -como decía Borges- hay un placer en poner un determinado libro junto al otro, estableciendo relaciones entre ellos de modo que tu biblioteca llega a ser un mapa de tu propio espíritu.

Un duda muy común es cómo ordenar los libros que pertenecen a una colección (¿juntos, o cada uno en el tema que le corresponde?). Según mi método, la solución es cristalina: juntos si la colección como tal representa algo importante para tí; si no, separados.

Leo con placer tu blog.

Anónimo dijo...

En la afamada biblioteca de una institución cultural de cuyo nombre no quiero acordarme pregunté al severo y ocioso bibliotecario, que estaba haciendo un sudoku, por el criterio de ordenación de los libros, a lo que respondió sin pestañerar ni levantar siquiera la cabeza para dirigirme la mirada: "Por tamaño". Y efectivamente era ese el criterio. Encontré algunos buenas y esmeradas adiciones antiguas, muy valiosas, junto a títulos como "El enigma de los moais de la Isla de Pascua" y "A la salud por el ajo y la cebolla". En otra ocasión hallé un bellísimo libro de un afamado poeta que se vendía en la sección de libros de saldo de El Corté Inglés por un euro junto a suplementos de cocina y otros libros variopintos. Cuando pasado el tiempo conocí al poeta en cuestión le comenté la anécdota con guasa burlona, a lo que el poeta respondió que ya lo sabía, y que para él era un honor porque allí mismo se vendían discos de Mozart, Bach y Brahms a idéntico precio... Esa es, en parte, la gracia de los libros, su vida independiente que se nos escapa. Y no hay a veces mejor bibiioteca que esa pequeñita y modesta que es el corazón de los seres humanos. Pero es verdad que ordenarlos cuesta a veces la misma vida.

Anónimo dijo...

que no y que no, maiquel. ¿No eres tú poeta? ¿O es que eres poeta funcionario? Buscar un libro nunca es perder tiempo, porque vas saboreándolo ya con la búsqueda. Que tu casa no es una tienda. Voto por el desorden.

Anónimo dijo...

Ordenado desorden, orden aleatorio por tamaños, colores y sabores; proximidad [o lejanía] estratégica; libros pesados en los estantes más sólidos... El orden alfabético provoca un inminente desorden, a medida que la biblioteca crece.

Anónimo dijo...

El orden alfabético es el que a la larga te resultará más divertido: hace extraños "compañeros de estante". Ya nos contarás cuando hayas terminado de ordenar todo. Ya te lo adelanto: verás, animada cuadrilla, juntos tus libros, los de García Baena, García Lorca, García Montero, García Nieto, Ramón de Garciasol y Garcilaso de la Vega.

E. G-Máiquez dijo...

Menos mal, último anónimo, que vienes en ayuda del alfabeto, aunque sea cum grano salis y Ramón de Garcisol de por medio, porque entre unos y otros me estaban analfabetizando y ya empeza a dudar de mis firmes propósitos de sistematización.

Muy tentador ese orden sentimental que propone bungo bolsón, y vaya con nuestra ácrata Fanny dándome en la cresta con toda la autoridad...

Anónimo dijo...

También puedes ordenarlos por peso. Los más "pesados" en el de abajo y los de lectura "ligera" en el más elevado.

Nodisparenalpianista dijo...

En mitad del destripe de cajas anduve dándole vueltas sobre cómo ponerlos. Los clasifiqué por grandes áreas temáticas y dentro de ellas, aproximadamente alfabéticas. Me reserve una sección especial: los cuarenta principales, o sea los imprescindibles, los de la isla desierta de marras, los que releo y releo siempre, los que, después de tanto tiempo me siguen fascinando.

Juan Ignacio dijo...

Dales un orden "plástico" y combina los colores de las cubiertas.
(Es en broma; yo desde que tengo una cámara nueva estoy esperando el momento justo del día en que sacarle una foto a una biblioeca que tenemos que es una belleza de colores).

Juan Vico dijo...

También me vi en ese brete no hace mucho; al final me decidí por el orden alfabético y la separación por géneros. Pero cada vez queda menos espacio, y los volúmenes comienzan a amontonarse en pequeñas pilas encima de los que llegaron primero. Y así no hay orden que valga. La próxima primavera, poda de hojas.

Anónimo dijo...

NDAP, veo que eres de los míos... Yo también tengo 40 principales a un ñlado de la mesa...

E. G-Máiquez dijo...

Modero mi grafomanía para seguir con esta conversación casi de vida o muerte.

Comparto con J.I. el placer estético de los colores de los lomos. Ése es el mejor cuadro abstracto, y además vivo, que se transforma y crece.

El orden por géneros y dentro por orden alfabético es el que tengo ahora. El problema es que rompe la obra de algunos autores que fueron poetas, novelistas, ensayistas. Quevedo, Unamuno o Chesterton, por ejemplo. Y da pena separar así una obra completa.

Sobre el sistema ·cuarenta principales·, que es muy práctico, claro, tengo mis prejuicios. ¿No es condenar al resto a una segunda división? La biblioteca se divide en dos: la viva y la muerta, o casi. En cambio, un libro extraordinario por estante parece que lo redime entero, ¿no?

Anónimo dijo...

Todo esto suscita serias dudas. Cuando se habla de cuarenta principales no se sabe si se hace en realidad de cuarenta libros o de uno solo magno y antológico. Si es de uno solo si cabe en la mesilla como libro de cabecera, pero si son cuarenta a mí, particularmente, no me caben. Yo tenía al principio la ordenación por géneros y, en cada bloque, alfabética. García Máiquez quedaba entre García López, García Lorca y García Nieto, con lo que se cumplía en parte lo que dijo el último anónimo. Luego los cambié con un criterio más amplio y queda al lado de González Ruano. Porque, además, esto no es matemática... El día que el Máiquel publique una colección de relatos, una novela o la recopilación de sus artículos del Grupo Joly ¿dónde lo pongo? En fin, que creo que aquí el mejor criterio es, dentro de lo razonable, el lógico desorden de cada cual con sus propias limitaciones ya que, con todos los respetos, no es lo mismo habitar en la casa palacio heredada del bisabuelo con quince habitaciones que en el quinto piso del edificio en el que los hijos de los vecinos tocan el timbre a las doce de la noche disfrazados de esqueletos la noche de Halloween.

Juan Manuel Macías dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dice Rocío Arana. Me gusta eso del desorden liberador. Yo lo único que tengo ordenado son mis Tintines, mis Astérix y mis Mortadelos. A Góngora y Quevedo los tengo juntos, pero nunca sé dónde. Pobres. Luego está el tema de la mesilla de noche. Eso ya es bochornoso...

Anónimo dijo...

Llego tarde a esto, pero no puedo evitar la auto-referencia. no hace mucho estaba yo hablando de esto en mi blog:

http://nonwriter.blogspot.com/2007/08/ordenando.html

http://nonwriter.blogspot.com/2007/09/sigo-ordenando.html

(Yo, alfabético radical. Y funcionario. Será por eso.)

Corina Dávalos dijo...

Yo sin duda iría por el alfabético orden, ya el desorden lo introducimos cada uno empezando por el final, por el medio, por la mañana, por la noche...pero cara a tenerlos heideggerianamente "a mano" las letras son un sistema estupendo. Y eso de que el desorden es liberador...según. Mi maestro, J. Nubiola suele decir, y pienso que tiene razón, "sirve al orden y el orden te servirá a tí". Mucho ánimo with such a task!

Nodisparenalpianista dijo...

Bueno, mis cuarenta principales comenzaron siendo dos y ahora son la tira y media, porque también me vi en el dolor de tener que separara a los hijos de la misma camada, así que unos arrastraron a los otros. Durante mucho tiempo me supe de memoria en qué lugar estaba cada libro y quien era su vecino. La acumulación pudo con mi memoria, pero tras un vaciado y relleno de biblio, me los estoy sabiendo otra vez.
Estamos enfermos pero compensa, creo yo.

Donna Angelicata dijo...

"Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran."
Gide, André

Anónimo dijo...

Bien llego tarde, así que no importará que vote por el desorden. Como mucho, unos tenues "libros para cuando llueve" o "libros que llevar de viaje a Arcadia".
No sé. Igual es deconstructivo.