Como los datos de la huelga general son tan brumosos y contradictorios, habrá que fiarse de fijarse. Y lo que uno ha visto, en general, es poca huelga. Una amiga de Sevilla me cuenta, sorprendida, que los únicos comercios que han cerrado en su barrio son los chinos. Han puesto grandes carteles apoyando a la huelga.
Es raro, porque no se les ve muy concienciados con los derechos laborales a los chinos ni interesados por la política nacional. Mi impresión es que, con la prudencia milenaria que les caracteriza, han decido cerrar (de puertas para afuera, por lo menos). Y todavía me aventuraría a llevar más lejos mi hipótesis: no lo han hecho por un miedo puro y simple a los piquetes informativos.
Saben que no concitan demasiados entusiasmos, y girardianos por instinto, han pensado que a los piquetes se les podía ir la mano especialmente con ellos, y que quizá algunos ciudadanos secundasen la cosa. Seguro que un proverbio chino lo dice mejor, pero traducido, se han dicho: “Por si las moscas…”
Es sólo una hipótesis, pero convendría verificarla, por si las moscas. No vaya a ser un síntoma de un miedo más hondo y de un rechazo latente.
[Con esta entrada ya escrita, leo una noticia en El Mundo sorprendiéndose del cierre a cal y canto de los grandes almacenes chinos. ¿Y los restaurantes?]
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3 comentarios:
Yo sólo vi ayer un almacén chino cerrado, justo el que está al lado de la sede de uno de los sindicatos.
Este Girard lo mismo vale para una boda que para una huelga de chinos (entre otros).
¡Ay!, el sacrificio... qué universal.
Un saludo
Hoy han abierto, pero están como cabreados, como si les hubieramos tomado el pelo.
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