Me asombra leer este comentario de marinero, un habitual de este blog, en el Diario de Cádiz:
"No tiene nada de extraño que, en un país cuyos principios religiosos básicos son "la protesta contra la Iglesia católica", "los privilegios", "la beatificación de los Beatles" o la decapitación de Tomás Moro, sorprenda alguien capaz de abrir un "luminoso panorama" en visión del mundo tan limitada y absurda. ¿Cómo podrá en Inglaterra haber gente que no sea católica, cuando la alternativa es tan ridícula? De veras, no se entiende."
Marinero, la protesta contra la iglesia católica sí es un principio básico del protestantismo, y hasta cierto punto del anglicismo (que no es exactamente lo mismo), pero ni la decapitación de Tomás Moro ni, muchísimo menos, la "beatificación de los Beatles" lo son.
Es bastante ingeno su interrogante sobre el porqué de la existencia de gente en Inglaterra que no sea católica. Cuando Enrique VIII decidió separarse de Roma, tenía motivos muy específicos, pero el contexto de la época hacía casi inevitable el cisma. España era el brazo armado del papado, y muchas naciones del norte de Europa sufrieron su imperialismo.
Por otra parte, aunque la iglesia anglicana sufre un grave conflcito entre Robinson y Akinola, existen otras denominaciones en el Reino Unido: metodistas, baptistas, evangelistas... que a usted le pueden parecer ridículas, pero no necesariamente para sus seguidores, que deben ser respetados, al igual que uno podría esperar que se respetara a la iglesia católica. Y, por supuesto, la alternativa al catolicismo para la mayoría de los británicos no son esas denominaciones, sino el agnosticismo y el ateísmo.
Como ya indiqué en el periódico en respuesta a este mismo comentario, sin duda el que el firmante no captara mi ironía será por mi culpa.
Lo que pretendía señalar es que la imagen tan irreprochablemente favorable que EGM da allí de la Iglesia Católica y de Benedicto XVI (ajenas a toda crítica, por leve que sea), y de la anglicana (o quizá de las inglesas en general, excluida la católica), presentadas como todo lo contrario, revelan demasiado claramente de qué lado está.
No es ésta la primera vez que se lo señalo. Leo estos días a Montaigne. Dice, por ejemplo (pag. 1510, edición de El Acantilado): "En los actuales tumultos del Estado (aclaro: gravísimos, y por motivos fundamentalmente religiosos; la Noche de San Bartolomé era reciente entonces), mi interés no me ha hecho ignorar ni las cualidades loables de nuestros adversarios ni las que son reprochables en aquellos a los que he seguido. Adoran todo lo que está de su lado. Yo ni siquiera excuso la mayoría de cosas que veo en el mío. Una buena obra no pierde sus gracias porque abogue contra mí".
Compárese esa actitud con la de quienes ponen sus opciones (el Papa -sea el que sea, y piense como piense-, la Iglesia Católica, la actitud política conservadora, et sic de caeteris) por encima de toda crítica, y no reconocen a sus contrarios (el "laicismo", el "relativismo", Zapatero y "los progres"...) ni la más mínima sombra de virtud o razón.
Es ésa, como lo sería la contraria, una actitud dogmática y absurda de la que EGM, en mi opinión, no está en ocasiones tan lejos como debiera.
Y es especialmente de lamentar porque él, al contrario de otros, sí es capaz de reconocer a veces que, en ideas o convicciones que no son las suyas, no todo ni siempre ha de ser condenable por definición.
Como ya le contesté en el Diario de Cádiz, si escribió usted con ironía no capto usted lo obvio: que al Papa se le preparaba una encerrona en Inglaterra, cuyos medios de comunicación acosan al catolicismo, al que demonizan, y la encerrona fracasó.
3 comentarios:
Me asombra leer este comentario de marinero, un habitual de este blog, en el Diario de Cádiz:
"No tiene nada de extraño que, en un país cuyos principios religiosos básicos son "la protesta contra la Iglesia católica", "los privilegios", "la beatificación de los Beatles" o la decapitación de Tomás Moro, sorprenda alguien capaz de abrir un "luminoso panorama" en visión del mundo tan limitada y absurda. ¿Cómo podrá en Inglaterra haber gente que no sea católica, cuando la alternativa es tan ridícula? De veras, no se entiende."
Marinero, la protesta contra la iglesia católica sí es un principio básico del protestantismo, y hasta cierto punto del anglicismo (que no es exactamente lo mismo), pero ni la decapitación de Tomás Moro ni, muchísimo menos, la "beatificación de los Beatles" lo son.
Es bastante ingeno su interrogante sobre el porqué de la existencia de gente en Inglaterra que no sea católica. Cuando Enrique VIII decidió separarse de Roma, tenía motivos muy específicos, pero el contexto de la época hacía casi inevitable el cisma. España era el brazo armado del papado, y muchas naciones del norte de Europa sufrieron su imperialismo.
Por otra parte, aunque la iglesia anglicana sufre un grave conflcito entre Robinson y Akinola, existen otras denominaciones en el Reino Unido: metodistas, baptistas, evangelistas... que a usted le pueden parecer ridículas, pero no necesariamente para sus seguidores, que deben ser respetados, al igual que uno podría esperar que se respetara a la iglesia católica. Y, por supuesto, la alternativa al catolicismo para la mayoría de los británicos no son esas denominaciones, sino el agnosticismo y el ateísmo.
Como ya indiqué en el periódico en respuesta a este mismo comentario, sin duda el que el firmante no captara mi ironía será por mi culpa.
Lo que pretendía señalar es que la imagen tan irreprochablemente favorable que EGM da allí de la Iglesia Católica y de Benedicto XVI (ajenas a toda crítica, por leve que sea), y de la anglicana (o quizá de las inglesas en general, excluida la católica), presentadas como todo lo contrario, revelan demasiado claramente de qué lado está.
No es ésta la primera vez que se lo señalo. Leo estos días a Montaigne. Dice, por ejemplo (pag. 1510, edición de El Acantilado): "En los actuales tumultos del Estado (aclaro: gravísimos, y por motivos fundamentalmente religiosos; la Noche de San Bartolomé era reciente entonces), mi interés no me ha hecho ignorar ni las cualidades loables de nuestros adversarios ni las que son reprochables en aquellos a los que he seguido. Adoran todo lo que está de su lado. Yo ni siquiera excuso la mayoría de cosas que veo en el mío. Una buena obra no pierde sus gracias porque abogue contra mí".
Compárese esa actitud con la de quienes ponen sus opciones (el Papa -sea el que sea, y piense como piense-, la Iglesia Católica, la actitud política conservadora, et sic de caeteris) por encima de toda crítica, y no reconocen a sus contrarios (el "laicismo", el "relativismo", Zapatero y "los progres"...) ni la más mínima sombra de virtud o razón.
Es ésa, como lo sería la contraria, una actitud dogmática y absurda de la que EGM, en mi opinión, no está en ocasiones tan lejos como debiera.
Y es especialmente de lamentar porque él, al contrario de otros, sí es capaz de reconocer a veces que, en ideas o convicciones que no son las suyas, no todo ni siempre ha de ser condenable por definición.
Como ya le contesté en el Diario de Cádiz, si escribió usted con ironía no capto usted lo obvio: que al Papa se le preparaba una encerrona en Inglaterra, cuyos medios de comunicación acosan al catolicismo, al que demonizan, y la encerrona fracasó.
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