miércoles, 10 de agosto de 2011

Filosofías playeras

Estamos tan encima unos de otros que oigo todas las conversaciones de la playa. "¡Te llamas Jaime", le dice un niño a otro, "¡como yo!". "Y como yo", tercian más atrás. Yo me voy con mis musarañas: si el apellido en común nos dice que pertenecemos a la misma familia y nos gusta tanto encontrarlo con los primos lejanos, ¿no será el nombre común una muestra de que pertenecemos a la misma Familia? Un tocayo es, por tanto, un hermano del alma, efectivamente. 

6 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

Efectivamente.

Enrique Monasterio dijo...

Por supuesto

Ignacio Trujillo dijo...

Pues a mi hay veces que me gustaría llamarme Ludovico, y que nadie me diera la lata... :)

Anónimo dijo...

Pero no crea que se librará de la "lata", Don Ludovico Trujillo, porque aquí tiene a una "paisana" (en mi caso por nacimiento).
Fdp.: Una trujillana

Anónimo dijo...

No cabe duda.

Un saludo,
Enric

E. G-Máiquez dijo...

¡Qué fraternal compañía (incluendo Ludovicos y Ludovicas)! Muchas gracias, hermanos.