Las navidades son
unas fechas entrañables también literalmente: permiten ver las entrañas de
nuestras relaciones familiares. En mi familia política viene el papa Noel y a la mía acuden Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. Cuando nuestros hijos
crezcan, ¿cómo gestionarán tal mestizaje? Mis políticos, además, son muy
anglófilos: apenas hablan de Dios en público. L. reza en un susurro
inaudible. Yo no hablo de nada más y oro alzando la voz, haciendo ostentación,
como mi bisabuelo carlista, supongo. Cuando bendecimos la mesa o desgranamos un
rosario en un paseo, mi mujer baja la voz, tratando de atemperarme, y yo la
subo, como para animarla. Es un juego de volúmenes digno de ver, porque de
escuchar —en el caso de ella— es imposible. Lo ideal sería que nuestros hijos sacasen la media y rezaran (mucho) con
un tono normal.
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3 comentarios:
Alguien dijo que en los tiempos que corren los cristianos tenemos que ser un pelín exhibicionistas. Estoy de acuerdo.
¡Querido JSR, —mon semblable, —mon frère!
Sepa usted, don Jesús, que don EGM lo ha llamado "hipócrita". Poéticamente, claro.
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