Lo cita Dorothy L. Sayers sin dar el nombre del autor. Un oxoniense contrariado se marcó el siguiente epigrama:
Hay cinco cosas que los jóvenes chestertonianos reverencian:
el chuletón, la ordinariez, la Iglesia, el lío y la cerveza.A Ewelyn Waugh, tan de Oxford como de Chesterton, le haría mucha gracia, aunque no le hizo ni caso. Yo, en cambio, me lo he tomado en serio, he hecho un profundo examen de conciencia, y he decido que tengo que ser mucho más ordinario. Reverentemente, desde luego.
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Si le parece a usted más fácil puntuar sobre diez, añada
las cinco cosas que los viejos antichestertonianos odian:
la Edad Media, la patria, el santo matrimonio, los juegos de palabras
y el fuego inextinguible --como la zarza-- de las paradojas.
6 comentarios:
Los que no somos tan jóvenes también nos apuntamos.
Un saludo y que tengas un buen final de curso.
Gracias, Tomás, por el final de curso y por darnos cuartelillo a los que no somos tan jóvenes.
Un buen chuletón aviva el fuego inextinguible de las paradojas.
Yo procuro ser chestertoniano, pero reconozco que eso de la "ordinariez" me echa para atrás un poco. Creo que GKC realmente admiraba la instintiva virtud de la gente corriente, aunque se manifestara entre palabrotas. Pero a lo mejor la relación entre virtudes y palabrotas de sus corrientes contemporáneos era más satisfactoria que la de los nuestros.
Un saludo.
Quizás aquí lo ordinario se refiere a lo corriente, a la saludable normalidad, tan grata a Chesterton.
Saludos.
La palabra en el original es "vulgarity", querido Retablo. Quizá a los españoles, tan poco acostumbrados a las aristócratas maneras, pero él apuntaba bien. En nuestro caso, son maneras hidalgas, y esas ya vienen redimidas de casa, por la escasez, en el sentido económico y, ay, en el estadístico.
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