domingo, 8 de abril de 2018

Las flores



Le había hecho unas gestiones administrativas a la señora que trabaja en casa. Me habían resultado doblemente pesadas, por mi alergia a la burocracia y porque lo han sido. Además, de alguna manera, me perjudicarán, aunque levemente. Ya sólo quedaba que ella firmase los últimos papeles que yo le entregaría en la ventanilla correspondiente. Lo hizo en silencio. Se volvió y siguió a lo suyo. Yo lamenté, en silencio, que no me diese las gracias ni hiciese ni una muestra ni una muesca de alegría.

Dos horas más tarde, mirando por la ventana, me dijo: “¡Qué bonito está el jardín!” Yo miré y, con tantas lluvias y días grises sin sol, no ha llegado todavía el esplendor de la primavera, que este año se retrasa. “¡Cuántas flores!”, ha añadido.

Y era su agradecimiento y su alegría. Jamás vi tan hermoso nuestro jardín yo tampoco.


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