martes, 10 de abril de 2018

Teológica canina


En la cena, Carmen se muestra muy preocupada porque aún no hayamos bautizado a Aspa. Le explicamos que los perros no se bautizan, sino, si acaso, se bendicen el día de San Antón y que, si sigue así de preocupada, este año iremos a la verbena de San Antón a que le echen un sacramental a la perra.

Quique aduce que es lógico, que siendo una teckel, no se puede bautizar. Que cuando le regalemos el galgo (sueña con un galgo), como es un perro de raza española, entonces sí lo podremos bautizar.

Yo creo que todavía no les había abominado del luteranismo ni tampoco les he dicho que Aspa es de raza alemana, aunque su nombre y su apellido (de Borgoña) no suenan muy protestantes.

Carmen contraataca: "Si el galgo es español, no necesita bautizarse; la pobre Aspa, sí".

Es talmente lo de Max Jacob a Picasso cuando le propuso ser su padrino de bautizo y Pablo Picasso puso como excusa su falta de fe: "Un español ateo siempre será más católico que un francés practicante". 

A los lectores de este blogg, no tengo que decirles que este cóctel de hijos, de perros, de españolidad a ultranza y catolicismo a machamartillo me parecieron deliciosos. Ahora me falta ver si le regalo el galgo contrarreformista a Quique y si no me quitan la custodia de las criaturas.


1 comentario:

Josefina dijo...

¡¡jajaja!!! Buenísimo. Sobre todo el párrafo final. ¡Y lo de que el galgo no necesita bautizo!
Mmmm. Creo que si es español de los de ahora -con perdón de la mesa tendida- sí que lo va a necesitar...