viernes, 26 de abril de 2019

La Providencia me dice «Psch, psch»


Sé que, aprovechando que cada vez quedamos menos en la intimidad del blogg (O we few, we happy few, we band of brothers), estáis deseando que os cuente mi almuerzo en el Palacio Real y yo estoy deseando contároslo. Pero quiero hacerlo bien y tan concentrado que, si me pongo, se me va a olvidar lo que me acaba de pasar. Y es alucinante.

Estoy leyendo The Year of Our Lord 1943 de Alan Jacobs, que os recomendaré encarecidamente en Nueva Revista el lunes o el martes. Con gran entusiasmo lo leo, pero con gran lentitud, por su profundidad y por su importancia y por mi mala cabeza. Suena el timbre. Vaya. Es un libro. Vaya. Lo abro. No lo había pedido. Vaya. Más lecturas para mi agobiado horario, vaya.

Encima, tengo que luchar contra el mono de entrar continuamente en Twitter, en Facebook, en la página del diario, en Whatsapp, etc. Como me he levantado para coger el paquete, ya entro en todo el paquete de mis redes sociales. Media hora perdida más tarde, con esfuerzo, me despego de las pantallas. He decidido tratármelo como una adicción. Y cuando retomo la lectura lo primero que me encuentro, ¡lo primero!, es una crítica devastadora y lúcida de Auden a... ¡Bryant Conant!... y, precisamente, por la prioridad que da a la tecnología sobre el humanismo y la poesía. Parece que no me voy a tener que leer este tocho, suspiro.




Me concentro, agradecido y voluntarioso, en Jacobs, que hace un alegato final contra la tecnología. Yo recuerdo aquello que me parecía tan exagerado de John Senior de darle un martillazo a la pantalla de la televisión, pero ahora (por un instinto de supervivencia intelectual) me lo parece cada vez menos. Jacobs, además, hablaba todavía de la tecnología general, sin entrar en logoritmos ni redes, que se le escapan y que llevan al paroxismo sus advertencias. Acabo el libro.

Voy corriendo con el mono a abrir mi móvil, y lo primero que me encuentro es este tuit:





Que me recuerda que el testigo de Jacobs lo coge perfectamente Hadjadj. Se me había olvidado, ay (prologuista desastroso), y cómo redondea el francés el argumento. 

Estas asombrosas casualidades, como si la Providencia estuviese leyendo sobre mi hombro, y diciendo: «Psch, psch», me pasan constantemente, pero hoy he corrido a apuntarlas.



2 comentarios:

Ignasi Mundet dijo...

No coneixia Alan Jacobs, gràcies per la recomanació. Hadjadj és extraordinari, una meravella. Si em permet un suggeriment, sobre la problemàtica de la tecnologia li aconsello el llibre de Jacques Ellul "La parole humiliée". Ellul és un dels referents de Hadjadj en la seva reflexió sobre tecnologia i humanitat. Era protestant i (per tant?) malauradament iconoclasta, però proposa una aproximació a les implicacions de l'hegemonia tecnològica molt profundes i suggerents.

Anónimo dijo...

"La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo"