sábado, 31 de diciembre de 2016
Llaguitas
No esperaba acabar el año con una lección moral, pero qué le vamos a hacer. Leonor se quejaba de una llaguita en la boca y, abriéndola (la boca, no la llaga) me la enseñaba. Son cosas que hay que ser muy guapa para permitirse: la boca abierta, los labios doblados y tirantes, reversibles, por la acción firme de los pulgares (empujando de abajo arriba) y los índices (dando la vuelta), lenguaje ahogado, etc.
Yo miraba con gafas, sin gafas, a la luz, en el espejo, con la linterna del móvil, y nada, no veía nada. Al final, le decía que sí, mintiéndole, porque, al fin y al cabo, no necesitaba contemplar la llaga para sentir la empatía.
Pero ahora me ha salido a mí una llaguita, y he ido al espejo, y me la he visto a la primera. Asombroso.
A Leonor no le voy a decir nada porque no creo que me la vea y porque la operación de la boca abierta yo no me la puedo permitir.
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1 comentario:
¡¡Jajaja!! Después dicen que somos las mujeres las presumidas. ¡Qué va!
Feliz Año Nuevo.
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