viernes, 25 de agosto de 2006

Adiós

Dejó dicho Azorín que “la vida es ver volver”. Pero lo tuvo que pensar en meses más primaverales o a principios de verano, porque ahora, a finales de agosto, la vida es ver marchar. Se van yendo nuestros amigos de fuera, los llamados veraneantes, llevándose con ellos los atascos, lo pulposo o populoso de la playa, la necesidad de hacer reservas en el restaurante de toda la vida, las colas en el supermercado… Se llevan todo eso, y está bien; pero se llevan a sí mismos, y es una pena.

Hace unas semanas se fue Javier de Navascués y, desde entonces, soy más torpe y sé menos. Hablar con él de libros era recibir clases particulares de literatura asomados al mar desde la terraza de su apartamento, tomando una horchata. Pero se acabó. Y para colmo también se fueron mi hermano Jaime y, mucho antes, Miguel Aranguren.

—Pero si ese amigo de usted se fue hace unas semanas, ¿a qué viene quejarse ahora, buen hombre, con lo melancólicos que nos pone a todos el mes de septiembre?

Viene a que ayer, hojeando Retorno a Brideshead, me di cuenta de lo mucho que me ha enseñado en tres o cuatro conversaciones informales. El ejemplo concreto, lo contaré mañana, D. m.

5 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Nota: No puse lo de la horchata —en vez de absenta, ginebra y unos porros— con ánimo de epatar, sino por inocente veracidad histórica.

Corina Dávalos dijo...

Quién necesita aditamentos de ginebra y chocolate con ese panorama. Lo otro es un mal sucedáneo de lo que es la buena vida de verdad. Y para colmo no es nada cara, que sí un poco costosa. Siempre te quedará la web...

Anónimo dijo...

Excusatio non petita accusatio manifesta ... Enrique yo hubiese preferido que pusieras porros, absenta o ginebra ¡pardiez! (Como diría D. Javier) en Miami no hay horchata y si de todo lo demás ¿ahora yo que hago? Se han desatado mis bajas pasiones y mi melancolía y no se como calmarlas, me has hecho recordar uno de mis amores veraniegos, la horchata ... ¿Dónde encuentro yo ahora una horchata?

Jesús Beades dijo...

Los libros de siempre, los que uno relee, ganan muchísimo, mostrándonos significados nuevos, ángulos distintos, de una vez a otra, gracias a que, entre medio, lo que ha habido son conversaciones, largas convesaciones con amigos. (Amigos que además te entreabren las puertas de nuevos libros).

Adaldrida dijo...

Ay!!! no sé de qué te quejas, yo firmaba por pasar un verano con Navascués, Aranguren y tu hermano Jaime, ¡aunque se acabara! Y contigo también, claro.