miércoles, 26 de diciembre de 2007

Elogio del cachete

Desgraciadamente no puedo elogiar el cachete por experiencia propia. Ni tengo hijos a los que dar “una corrección razonable y moderada”, como decía antes el Código Civil, ni mis padres me dieron los cachetes que yo me merecía, lo cual me temo que explica demasiadas cosas. Aunque alguno me dieron, a Dios gracias.

Mis padres, tan extraordinarios en otros aspectos, en esto fueron de lo más ordinarios. La paternidad lleva implícito un cariño desbordado por los mocosos, que, visto desde fuera, resulta bastante sorprendente. Ese cariño insondable les dota de una paciencia sobrehumana y también les retrae bastante a la hora de soltar un coscorrón. Los amigos de los padres o sus vecinos, personas de tímpanos delicados y de paciencia humana, daríamos con gusto el razonable, el moderado coscorroncete, pero no entra dentro de nuestras facultades. La naturaleza es muy sabia y concede la autoridad a quien la usará de forma muy comedida.

Por supuesto, siempre hubo excepciones: padres malas bestias, pero a ésos se les aplicaba con toda justicia el Código Penal. Lo extraño de la nueva reforma es que el Estado prohíbe a los padres normales ejercer el derecho ancestral de educar a sus hijos con el punto y aparte de un cachete. Ahora, por norma, se establece la necesidad de dirimir las discrepancias “con respeto a la integridad física y psicológica” de los menores. ¿Y la integridad física y psicológica de los mayores, qué?, preguntaría uno, que al menos en esto es un observador imparcial (y muy preocupado, por cierto, con lo que observa).

Desde un punto de vista propagandístico, la medida es una torpeza, porque la Educación por la Ciudadanía ya había despertado en amplios sectores de la sociedad la sospecha de que el Gobierno se mete donde no lo llaman. Esta prohibición del cachete levantará aún más suspicacias en los que ven mal que se intervenga la educación de sus hijos. Y desde un punto de vista práctico, cómo se aplicará: ¿crearán un fiscal anticachete, una brigada antiazotanina o esperarán a las denuncias de los ofendidos chavalines?

Algunos han señalado la paradoja de que sean los mismos que están por la labor de permitir que trituren a los fetos de hasta 30 semanas los que prohíban ahora que se les dé una palmada en el culete a los niños a partir de los 40 semanas. En el fondo, no hay tal. Con sus evidentes diferencias, ambos casos son maneras de quitarse un problema de encima. Lo difícil para los padres es educar, reñir e incluso pegar un cosqui si resulta necesario. Nos lo decía mi madre, la pobre, cuando no le quedaba más remedio que darnos una torta: “Me duele más a mí”.
[Grupo Joly]

7 comentarios:

Nadie dijo...

Fantástica columna, y tierna, pese a hablar de cachetes.
Ningún padre responsable dejará de hacer lo que tenga que hacer para el bienestar presente o futuro de su hijo, mal que le pese a este gobierno cada vez más orwelliano.

Enrique Monasterio dijo...

Buen cachete, a fe mía. Elogiaré tu elogio.

Donna Angelicata dijo...

Sí, totalmente de acuerdo.

Como dijo Ralph Waldo Emerson "Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quisiera ponerlo a dormir".

Saludos

Manuel García dijo...

Así se habla. Soy padre de tres hijos y creo que esta medida es una mamarrachada. Los políticos podrían aunmentar las penas a los que maltratan niños e incluso, por qué no, la cadena perpetua al pederasta, pero penalizar un cachete, por Dios. Encima se erigirán los salvadores del milenario conflicto generacional. Por cierto, a mí me dieron muchos cachetes y no me vinieron nada mal.

Lucía dijo...

Un conocido mío decía que había que dar todos los días un cachete al levantarse ¡por si acaso! je,je.Bromas aparte,hay cachetes que hasta los hijos agradecen,se quedan de un relajado...Cuantos padres cuando los hijos crecen , se ven amenazados por ellos por no haberles dado un cachete o mosquilón a tiempo...
Y que nadie piense que soy partidaria de maltratos ni cosa parecida que luego surgen algunos comentaristas un poco "malpensaos"

Néstor dijo...

En un mundo de paradojas sorprendentes, volvemos a reirnos con otra contradicción. Bravo por decir tan bien algo tan políticamente incorrecto.

Anónimo dijo...

Yo digo desde mi hippismo que me río de esta medida del gobierno. Mi teoría es que por debajo de cierta edad un cachete es más efectivo y mucho menos doloroso que cualquier reprimenda, oral que el niño quizá ni entienda y le deje torcido pa'l resto de su vida. Ahora también digo que a partir de cierta edad el cachete empieza a joder bastante (perdón por la expresión pero es que es así) que yo me he llevado cachetes con 15 años que pensaba para mi (y para mi alma que lucha contr el mundo), y esto ahora ¿a qué viene? Pero bueno cada uno sus métodos!!!