sábado, 1 de diciembre de 2007

El placer a la fuerza

No sé si se han fijado ustedes en lo que le fastidia a la gente que uno no viaje. Te preguntan dónde vas de fin de semana y cuando respondes que te quedas en casa, tan contento, leyendo, te miran de arriba abajo, mitad con lástima, mitad con desaprobación. Mi cuñado, que es buenísima persona, sufriendo mucho de que nosotros no viajemos como mandan los cánones (porque no nos da la gana, pero eso da igual) nos regaló las navidades pasadas unos vales para unos días en algún hotel rústico de lujo. [Perdónenme el oxímoron, que no es mío, sino del vale.]

Se nos había ido pasando plácidamente el año y o íbamos ya o nos caducaba el invento, así que mientras que usted —qué envidia— lee esta entrada o algo mejor en su cuarto de estar, yo estaré descargando maletas y exclamando: “Oh, oh qué bonito” y sacando fotos de todo y rezando por que no tengan SPA ni mucho menos servicio de masajes, que los tendrán, y será un bochorno.

11 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Yo estoy en contra de viajar, si no es por algún motivo importante: por amor, para crear un imperio, por salvar a la princesa del dragón (o viceversa)... en fin, por lo que se viajaba antes. Como he descubierto que Cercedilla es una versión abreviada del Purgatorio (donde estamos todos, incluyendo un ex capitán de submarinos con el que me encanta tomarme un par de cervezas y profundizar en los asuntos más importantes de la vida), pues me apetece bien poco viajar. A mi juicio, las dos refutaciones más importantes del viajero son "La Odisea" y aquel admirable poema de d'Ors que comienza "Cuando estés en Wyoming, por fin, y como siempre..."

Er Tato dijo...

Al leer la entrada, he tenido que comprobar si no era mi blog el que estaba leyendo y si no la habría escrito un servidor sin recordarla.

Yo, que viajo a menudo por motivos de trabajo, cuando llega el fin de semana lo que me apetece es quedarme en casa, poner la chimenea y disfrutar de una larga sobremesa. También a mí me regalaron unos vales de esos con mejor intención que acierto. Y también a mí están a punto de caducarme. No sé yo si al final conseguiré ser tan disciplinado como tú y cumplir como un machote.

Saludos y que disfrutes del SPA rústico.

Moro dijo...

Pobre de Vd. ,pobre.

Dal dijo...

Muy buena la entrada y muy bueno el oxímoron. Recuerdo una promoción a las afueras de Madrid que ofrecía viviendas "de auténtico semilujo".

Anónimo dijo...

¡Claro que molesta! Si les dices que no viajas no tienen con qué comparar su viaje, que seguro fue mejor. Además, ellos habrán ido antes que tú y habrán visto cosas que tú ni oliste. Es el síndrome del viajero por moda.

Nodisparenalpianista dijo...

Desde mi absoluta oposición, mis más sentidas condolencias, queridos turistas accidentales. Ya de las sesiones-taladro de diapositivas a la vuelta ni hablamos, claro...

Anónimo dijo...

Ojalá todos los seres humanos a los que no les gusta viajar (que son legión) fuesen tan honestos como tú y nos dejaran un poco más expeditos y desagobiados los sitios a los que de verdad nos gusta (gustar es una palabra muy floja, pero va).

Jesús Sanz Rioja dijo...

Un día he de hacer una lista con todos los signos de libertad en el mundo de hoy. Uno de ellos será no viajar en los puentes y además reconocerlo a la vuelta.

E. G-Máiquez dijo...

Desde luego, Ignacio, conmigo y con JMM y er Tato puedes contar para que te dejemos los caminos expeditos (si nos dejan). Luego, desde casa, leeremos tus crónicas del paseante invisible.

Y también, cuando salga, la lista esa que prometa JSR sobre los signos de la sufrida libertad.

Jesús Beades dijo...

Dejo aquí mi iméil para que me envíen sus vales todos aquellos que no los quieran. Mi señora y yo iremos con mucho gusto, encantados de hacer una buena obra, y les contaremos a la vuelta los detalles, para que puedan salir airosos del interrogatorio familiar: jesusbeades@yahoo.es

www.fotobeades.com

Anónimo dijo...

Beades, me has quitado las palabras de la boca. ¡Pobrecitos, obligados a disfrutar!