domingo, 16 de marzo de 2008

Un remedio casero

Reconozcamos que el paso del tiempo, que da prestigio, embalsama y atiranta. Uno de los encantos de la Divina Comedia que se nos fue hace muchísimo por el sumidero del tiempo es el de las adivinanzas. Tengo la impresión de que el Dante propone a sus lectores un juego, pues no declara al principio quién es su personaje, sino que va dando pistas, cada vez más evidentes. Un lector culto del siglo XIV disfrutaría tratando de vislumbrar pronto quién era el príncipe o el cardenal o el artista en cuestión. Algo parecido nos ocurre a nosotros con las X de los diarios de Trapiello. Pero ahora, en la inmensa mayoría de los casos, es imposible adivinar nada y tenemos que rebajarnos a las notas a pie de página. Un remedio casero quizá sería, en las relecturas, ver si somos capaces de recordar de quién nos habla el Dante. En el siglo XIV se mediría lo informado que estaba el lector de su tiempo, y en el siglo XXI su dantesca erudición. El reto, aunque no es el mismo, sería análogo.

2 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Enrique, un gran texto el de hoy: quizá se pueda decir que la literatura no está en las notas a pie, que serían en realidad epitafios.
Y me sentí plagiado ayer en el artículo de los funerales, porque vi en letras algo que se me había pasado por la cabeza -pero no se me había ocurrido poner por escrito- en un funeral que vi hace dos semanas. Sólo no se me vino a la mente el sentido de la fraternidad: yo más bien me limitaba a rajar de los presentes.

Anónimo dijo...

"e sua nazion sarà tra feltro e feltro"