La madera del sándalo ha dado mucho juego a poetas y moralistas. Según se lee en poemas y en fábulas, si le pegas un hachazo, el sándalo exhala un olor dulcísimo. En Centroamérica existe otro árbol, de cuyo nombre no logro acordarme, que cuando se le realiza un corte muy profundo, da una flor enorme. No es difícil ver en estos casos de la botánica una alta lección de moralidad para los seres humanos.
Sin irnos tan lejos, tengo en casa una buena mata de romero. Cuando paso cerca, la pisoteo un poco, y huele más. El sábado pasado, que teníamos invitados, la estuve vareando y su perfume llenó la penúltima noche de agosto. Sin embargo, quizá por la melancolía de las vacaciones que se acababan, mis reflexiones morales se me han ido complicando.
Porque, vale, está estupendo eso de devolver bien por mal, pero si lo hacemos sistemáticamente, ¿no estaremos fomentando que la gente, que no es tonta, se porte fatal con nosotros? ¿Pisotearía yo un cardo borriquero, varearía una retama? Pudiera suceder que con nuestra generosa mansedumbre animemos al prójimo a maltratarnos, lo que tampoco es —aunque sólo sea por el propio prójimo.
Hay que volver a la rosa. La rosa no espera a que la golpeemos para regalar su olor, pero a la vez qué erguidas espinas tiene para disuadir, en la medida de lo posible, de las malas intenciones. La rosa, cara y cruz perfectas.
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4 comentarios:
Bueno, supongo que el sándalo no se dejaría rajar por otro sándalo, igual que yo, rey de la creación, no pienso dejarme forrar por un colega. Que me forre quien me constituyó en rey.
Saludos cordiales, de nuevo.
Leyéndote he recordado una fábula aprendida en mi niñez:
"Cruzando Rodolfo un valle,
pisó un cardo y una rosa;
el cardo le hirió en la planta, la flor le dejó su aroma.
Siempre se venga el malvado:
el bueno sufre y perdona."
Un abrazo
Me gusta la reflexión de la rosa en una época en que un absurdo pacifismo nos ha hecho creer que la violencia, incluso en legítima defensa, es mala. Un abrazo
Y sin embargo estamos llamados a poner la otra mejilla y perdonar setenta veces siete...
Quizás a la larga funcione dar bien por mal. Quizás la devolución del mal es un "alimento" para la malicia del otro. Quizás el que hace el mal termina ya "perdiéndo el interés" por hacer el mal a alguien que no le devuelve el mal. (Sí, el mal se contagia más rápido que el bien, pareciera, pero eso no quiere decir que el bien no se contagie).
Por supuesto, no hay que esperar a recibir el mal para dar el bien; en eso estoy con la rosa.
Y la mansedumbre bien entendida va acompañada de la astucia.
(Estoy también en contra del pacifismo moderno).
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