martes, 10 de marzo de 2009

Los malos

La agitada vida del profesor de secundaria desestabiliza emocionalmente a cualquiera. En la misma mañana asistí a las lágrimas de alegría de una alumna porque había aprobado un examen mío de recuperación y a los insultos de otro porque le supliqué que no bostezara tan ostensiblemente durante la clase.

Por la tarde me pesaba más el conflicto que la celebración. ¿Por qué? Y me extrañé aún más cuando recordé que, en cambio, en todos mis artículos dedicados a la enseñanza, que son ya un buen puñado, pongo muy bien a mis alumnos, sin mentir, eso no, pero sacándolos siempre del lado mejor. Cuando mis alumnos son tuertos, los miro de perfil.

Una explicación de andar por clase sería que de los alumnos malos hablamos tanto en la sala de profesores, en los equipos educativos, con los orientadores y los jefes de estudio y por los pasillos que agotamos el tema. O que los agotados somos nosotros.

Pero en realidad escribo de nuestros alumnos buenos o de lo bueno de nuestros alumnos porque a fin de cuentas lo escrito es lo que queda. Lo malo, aunque en su momento impresione, no tiene sustancia, más allá del disgusto. La chica lloraba porque había decidido que si no aprobaba al menos uno de los exámenes de recuperación dejaba definitivamente el instituto. Mi nota era la última que le faltaba por saber, y la única que aprobó. Ahora la veo muy seria, en la biblioteca, estudiando.

7 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

A mí también me pasa que los motivos de alegría en clase son más que los motivos de disgusto, pero me pesan más los de disgusto. Es la índole de cada uno. Pero, si te sirve de consuelo, yo en casos como el del alumno que bosteza y te insulta, pienso que quizá he sido yo la única persona del mundo que le ha hecho ver que lo que ha hecho no es propio de una persona. Le has recordado que es una persona, no un perro. Aunque cometieras mil pecados después, has cumplido una obra de misericordia: enseñar al que no sabe y, lo que es más meritorio, al que no quiere saber. Ex corde

Miguel Díaz dijo...

la mejón escuela
está fuera della:
meno teoría
y ma prástica al día,
meno cantidá
y ma calidá,
meno aptitú
y ma actitú

meno boca y ma orejas,
meno orejas y ma piennas,
meno blogueros y ma foreros,
meno foreros y ma callejeros,
meno información y ma formación,
meno formación y ma comunicación,
meno empollá y ma pensá,
meno pensá y ma astuá,
meno prosa y ma verso,
meno espertos y ma maestros

sistema al carajo:
meno profesioná
y ma laborá y personá,
menos esclavos
y ma libertá
con responsabilidá

sed wenos
pero no demasiao,
no seáis malos
pero sí traviesos,
ánimo en el empeño
y saluítos garrapateros

PD1
ese malo, una mariconá,
ese weno, bien pa estimulá

PD2
en to esto,
el dinero
es lo de meno

PD3
el informe pisa
es pa mearse de risa,
no tanto por los resurtaos
sino por la esencia de lo planteao

ELAPUNTAÓ
a sacarse el carné
y a conducí aprendé?

Juan Antonio González Romano dijo...

Curioso; estaba emborronando una entrada para dentro de algunos días precisamente sobre buenos alumnos y buenas experiencias. Lo que sale en los medios sobre la juventud suele ser sólo lo malo, cuando hay tanto bueno que no debe quedar en el olvido. Si no, los que no conocen el paño, se crean una imagen falsa de cómo son los jóvenes de ahora. No estaría mal (por ser justo y necesario) acordarse más de los buenos, para que lo sigan siendo.

Escoliasta dijo...

Acaso sea demasiado pesimista, pero me parece que es ésta la entrada que debió titular "un clavo ardiendo"...

Unknown dijo...

En mi entrada de hoy cuento una buena experiencia, y hace unos días contaba una mala (un robo). Es cierto que las de este segundo tipo pesan más en el ánimo que las primeras. Pero, hoy por hoy, me quedo con la buena.
Y ánimo.

Anónimo dijo...

Qué bien visto, A Día de Hoy, pero sin pesimismo: Esa última nota definitiva, que fue como un rayo que deja el sol, juega a encenderla.

Si es que es un profe que es un sol.

E. G-Máiquez dijo...

¡Sois unos soles! Muchas gracias.